Afganistán atraviesa nuevamente una tragedia de gran magnitud. La noche del domingo, un fuerte sismo de 6.0 grados, acompañado de varias réplicas, sacudió el este del país y provocó la muerte de más de 800 personas, además de dejar al menos 2,700 heridos, según datos preliminares difundidos por las autoridades.
Las provincias de Kunar y Nangarhar han sido las más golpeadas por el desastre natural, donde decenas de aldeas quedaron reducidas a escombros y las carreteras bloqueadas por deslizamientos de tierra han dificultado las labores de auxilio.
El temblor, que ocurrió a las 23:47 horas, tuvo su epicentro a pocos kilómetros de la frontera con Pakistán, en una zona montañosa históricamente vulnerable a los terremotos.
El gobierno de facto talibán anunció la creación de un comité de crisis y destinó recursos económicos para atención médica, alimentos y refugios temporales. Helicópteros han sido desplegados para llegar a comunidades incomunicadas, mientras hospitales cercanos al epicentro, como el de Jalalabad, reportan estar al límite de su capacidad.
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Organismos internacionales como ONU, Unicef, OIM y la Media Luna Roja ya trabajan en la entrega de ayuda humanitaria, mientras varios países, entre ellos Pakistán, Irán, China, India y miembros de la Unión Europea, han ofrecido apoyo inmediato.
La magnitud de la catástrofe ha sido mayor debido a la fragilidad de las infraestructuras y la precariedad del sistema de salud afgano, que enfrenta limitaciones de personal y equipo desde hace años. La pobreza generalizada también deja a millones de familias sin medios para reconstruir sus hogares tras una emergencia de este tipo.
Afganistán, ubicado en la cordillera del Hindu Kush, es considerado uno de los puntos sísmicos más activos del planeta. En las últimas décadas, ha sido escenario de terremotos que han dejado miles de víctimas, siendo uno de los desastres más recordados el ocurrido en 1998, que cobró la vida de casi 9 mil personas.
La comunidad internacional observa con preocupación la situación, en un país que ya enfrentaba crisis económica y social antes del desastre, y que ahora encara una nueva emergencia humanitaria.
Fuente: Milenio