Queda comprobado que Rosalía es una artista joven, mujer, libre, talentosa y que va a su propio aire

Víctor E. Rodríguez Méndez, colaborador La Voz de Michoacán

A estas alturas existen pocas dudas de que Rosalía es una artista íntegra, muy talentosa e interesante. Con cuatro discos en su corta carrera, se supera en cada producción discográfica y es notable la manera en que arriesga mucho como pocas y pocos, lo cual le ha permitido ir recomponiendo la imagen neoflamenca que le dio la fama desde sus inicios. Así es como llega hoy día al estatus de ser una artista contemporánea con todas sus letras, muy revolucionada si se la compara con sus pares en la actualidad, sean mujeres, hombres u otra filiación. Y es que, digámoslo de una vez: Rosalía hace música con significado y sonidos alternativos.

Los Ángeles (2017), su disco debut, es un trabajo conceptual con una serie de canciones con la muerte como tema central; un disco bellísimo por su intenso talante lírico. En El mal querer (2018) recaló de nuevo en el sentimiento religioso para apuntar más a la reconversión musical, con una instrumentación más electrónica. Ella ha dicho al respecto: «Cuando hago música, pienso mucho en Dios y me pongo a su servicio en el estudio y en el escenario. Dios es el mejor artista y del que más aprendo. Está en todas partes. No necesito mucho para hacer música, solo sentarme, escuchar y mirar a mi alrededor».

En Motomami (2022), el disco que la impulsó al estrellato, su vena espiritual la llevó a crear un universo de reggaetón/trap/urbano interesantísimo, y resultó todo en una propuesta impactante, sorprendente y diferente. Ahora, con LUX –estilizado en mayúsculas–, recién dado a conocer en las plataformas de música, la cantante catalana refuerza su apuesta por alcanzar nuevas cotas artísticas.

Rosalía no se mueve en un género musical en específico y, sin embargo, logra que varios confluyan en ella con una flexibilidad muy agradecible. Claramente ha evolucionado con sólo cuatro discos, lo cual la aleja de otras artistas encumbradas en el mainstream de la industria musical, que tienden más a lo pomposo y pretencioso. Es, sin duda, de esas artistas que juegan con sus propias reglas. «Nunca he visto la música de forma compartimentada, no mido mi carrera de forma fría, hago según lo que siento. Si me apetece hacer algo, lo hago. Intento hacer y preservar el proceso creativo al margen de la respuesta del público».

Sobre LUX, la propia Rosalía ha dicho que se trata de un disco para escucharlo entero, desde el principio hasta el final, y reconoce que es muy diferente a lo que ha hecho antes. Está dividido en cuatro movimientos que abordan distintos temas y sonidos, lo cual anticipa un viaje espiritual (I: excesos, la devoción y la fragilidad del cuerpo y el alma II: la dualidad entre el deseo y la redención III: la vigilancia, la vulnerabilidad y la búsqueda de identidad en la era digital IV: la reconciliación y el perdón).

LUX dura poco menos de cincuenta minutos, con quince canciones en su versión digital en las que combina tradición y modernidad, así como deja traslucir lo sagrado y la cultura pop con finos arreglos pop, folk y orquestales. Es una obra completa hecha con un concepto y un propósito definido, con muchos matices líricos y musicales y en la que, además, canta precioso, alcanzando proezas vocales impactantes.

Rosalía nos regala un mensaje de amor y esperanza dedicado, sobre todo, a quienes sufren por alguna razón. Aprendió y escribió fragmentos en trece idiomas, y su uso del lenguaje y los instrumentos ofrecen un reto al público oyente, porque está claro que este disco fue realizado con mucha ambición y fuerza creativa, no sólo para alcanzar el éxito comercial ni de popularidad (requiere de varias escuchas para entender su complejidad). No fue hecho para complacer a nadie, sino para hacer sentir y nada más.

Queda comprobado que Rosalía es una artista joven, mujer, libre, talentosa y que va a su propio aire. Quizá estas palabras de la propia cantante ayuden a explicar: «Este álbum me ayudó a reconciliarme a mí misma desde la curiosidad y el amor por entender al otro. Estar en un mundo como el actual es confuso, no sabes bien lo que es verdad y lo que no. Quizá es más necesaria que nunca una fe o una certeza. La que sea, la de cada uno». LUX es un disco especial y necesario en el que se transmiten emociones profundas y se proyectan texturas musicales inimaginables en otras propuestas actuales, sobre todo en momentos tan convulsos como los que vivimos actualmente.

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.