La maestra en Ciencias Biológicas explicó que la finalidad de estas áreas es que permitan tanto el desarrollo local de los propietarios como el resguardo de los recursos naturales.

Abril García / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En la actualidad, existe cierto miedo alrededor de que los predios sean certificados como Áreas de Conservación, debido a la creencia de que este decreto implica que ya no se pueda hacer uso de los terrenos o aprovechar los recursos naturales. Sin embargo, la maestra en Ciencias Biológicas, Estefanía Cano Sánchez, considera que acciones como el aprovechamiento forestal o el turismo natural movilizan el área y facilitan la conservación de la misma.    

Durante la charla "Áreas de Conservación y Áreas de Importancia para la Biodiversidad Urbana" realizada en la Universidad Latina de América (UNLA), la bióloga definió a las Áreas de Conservación como una estrategia para que los ecosistemas representativos de alguna región puedan ser conservados a través del tiempo. En el estado de Michoacán hay 71 de carácter estatal.

Estas se dividen en Áreas Naturales Protegidas, que están en un estado adecuado y se busca conservarlas como están; Zonas de Restauración Ambiental, que han sido impactadas, erosionadas o talados y se busca generar acciones para recuperarlas; y Áreas Voluntarias de Conservación, las cuales se establecen cuando los propietarios solicitan un certificado que reconozca que se destinan sus predios y sus recursos a acciones de conservación.

Sin embargo, la maestra considera que “es algo común que la gente no tenga noción sobre la tenencia de la tierra en México”. La especialista expuso que, tras la Revolución Mexicana, todas las tierras son propiedad de alguien. “Tendríamos que entender como sociedad que todo lo que volteamos a ver a nuestro alrededor respecto al territorio tiene una propiedad, ya sea ejidal, comunal, privada o, en otros casos federal, estatal o federal”, explicó.

Para la bióloga, esta propiedad de la tierra genera cierta complejidad porque se tienen que hacer acuerdos con los dueños, de manera que puedan conservarse los recursos naturales y, a la vez, generarse un aprovechamiento de los mismos.

Detalló que se tiene una concepción errónea de que el declarar a un predio como Área de Conservación implica que ya no se pueda hacer uso de ella y se pierdan los derechos legales, lo cual no es así. “En el momento en que se certifica un Área de Conservación la propiedad no se modifica: los dueños siguen siendo los dueños, tienen sus escrituras y pueden vender, rentar, donar… lo que quieran respecto a su propiedad”, puntualizó.

Por el contrario, la finalidad de esta conservación es que “sean espacios que permitan tanto el desarrollo local de los propietarios, que en muchos casos son ejidos y comunidades, como el uso y el manejo de los recursos que tenemos ahí”. Esto se logra mediante proyectos sostenibles que permitan que los recursos puedan ser aprovechados y, a la vez, perdurar a través del tiempo.  

Entre las actividades que pueden generarse en estas áreas para cumplir ambos propósitos simultáneamente, están la creación de viveros forestales, actividades de voluntariado, resguardo de especies en riesgo y actividades ecoturísticas como recorridos en bicicleta, cabalgatas por los cerros y avistamiento de pájaros.