El artista reunió obra de su última producción a través de la cual planteó una discusión sobre la migración, la justicia o la violencia

José Roberto Morales Ochoa, colaborador La Voz de Michoacán

El Colegio de San Ildefonso celebra 100 años siendo cuna del muralismo mexicano; iniciativa impulsada por José Vasconcelos, que reafirma la vigencia de esta tradición al invitar al artista contemporáneo Gustavo Monroy a dialogar con los grandes maestros del arte nacionalista y con las nuevas generaciones del arte mexicano.

El arte sirve para exorcizar nuestros demonios. No cambia la realidad, pero nos ayuda a entenderla, a procesarla y a leerla de otra manera

Gustavo Monroy, noviembre 2025.

Durante 2022, Gustavo Monroy sorprendió en la capital michoacana con una retrospectiva cruda, crítica y certera sobre temas de actualidad –en entrevista a este medio, reconoció su obra como “una bitácora de su propia realidad”– a través de la muestra titulada “Exodo”, bajo el acompañamiento curatorial de Yunuen Sariego.

El artista reunió obra de su última producción a través de la cual planteó una discusión sobre la migración, la justicia o la violencia, temáticas recurrentes en su obra con la que confronta episodios dolorosos de la historia reciente, y de las que deja constancia en el documental “Gustavo Monroy y el arte como bitácora de la violencia”, en el cual afirma que …intenta dar constancia del tiempo que le ha tocado vivir.

Hace dos años participé como museógrafo en la exposición ya mencionada, por sus cualidades –como colaborador de este proyecto– le reconozco como un artista gentil, un gran maestro de la plástica y de la vida. En mi memoria habita el maestro Gustavo, un hombre generoso y amable, de cabello cano y barba blanca; se aprecia la calma de su taller, alguien que reconozco bondadoso en su trato, paciente al explicar su obra, quien con amabilidad y tacto narra cada uno de los temas delicados que se plasman en su plástica.

Para la edición de este suplemento cultural, pudimos entrevistar nuevamente a Gustavo Monroy y conversar sobre su producción artística reciente; asimismo conocer los pormenores de su más reciente producción de gran formato y la presentación el Colegio de San Ildefonso al tenor de la celebración del centenario de este movimiento tan relevante para nuestro país.

El Colegio de San Ildefonso: cuna del Muralismo mexicano

Fundado por los jesuitas en 1588, el Colegio de Ildefonso es un emblemático recinto del Centro Histórico en la Ciudad de México, que ha sido testigo y actor clave en la historia cultural y educativa del país. Tras siglos de ser considerado un referente educativo, albergando la Escuela Nacional Preparatoria en el México independiente, su mayor legado se forjó en la década de 1920, cuando se convirtió en la cuna del movimiento muralista mexicano.

Bajo el impulso del proyecto cultural posrevolucionario en 1922, y con la iniciativa del intelectual José Vasconcelos, las paredes del colegio se transformaron en el primer gran lienzo colectivo donde artistas jóvenes, plasmaron una visión muy particular sobre la “nueva identidad nacional”. Aquí, José Clemente Orozco dejó obras de profunda fuerza crítica como “Cortés y la Malinche”, explorando temas relativos a la conquista, la injusticia y la redención. Diego Rivera realizó su primer mural, "La Creación" (1922), en el anfiteatro Simón Bolívar, sentando las bases de su estilo monumental. Junto a ellos, David Alfaro Siqueiros, Fernando Leal, Jean Charlot, Ramón Alva de la Canal y Fermín Revueltas utilizaron los muros, patios y escaleras del edificio, para experimentar con técnicas y narrativas que unían lo artístico con lo social y político.

Para conmemorar este suceso histórico, se llevó a cabo en diciembre 2022, la exposición “El espíritu del 22: un siglo de muralismo en San Ildefonso” que rememora los cien años del inicio del muralismo mexicano en este recinto, proponiendo un diálogo vivo entre los murales históricos y las miradas contemporáneas, reuniendo obras emblemáticas de artistas fundacionales, junto con intervenciones actuales que revisitan el legado desde nuevas perspectivas, mostrando cómo el muralismo sigue siendo un lenguaje vigente para reflexionar sobre la identidad, la memoria y los desafíos sociales de México (INBA, 2022).

¿Quién es Gustavo Monroy?

Gustavo Monroy (Ciudad de México, 1959) es pintor, grabador y dibujante formado en la Escuela nacional de pintura, escultura y grabado La Esmeralda, cuya trayectoria se ha consolidado desde mediados de los años ochenta en el ámbito nacional e internacional. Reconocido con el Premio de Pintura de la IX Bienal Rufino Tamayo y miembro del Sistema nacional de creadores de arte, ha participado como jurado en certámenes de relevancia como la XII Bienal Rufino Tamayo, la IX Bienal Alfredo Zalce y el XXXVII Encuentro Nacional de Arte Joven. Su obra, marcada por la recuperación de la memoria de los tiempos violentos de México, forma parte de diversas colecciones de instituciones de gran prestigio, entre ellas el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, el Museo de Arte Contemporáneo Carrillo Gil, el Museo Nacional de la Estampa, el MoMA de Nueva York, el Princeton University Museum y el National Museum of Mexican Art en Chicago, consolidando su presencia en colecciones de mayor prestigio de México y Estados Unidos. Recientemente ha donado un par de piezas al acervo del Gobierno del Estado de Michoacán.

Conmemorando cien años del Muralismo mexicano

En el marco de la celebración del centenario del movimiento muralista mexicano, el Colegio de San Ildefonso alberga la poderosa obra de gran formato del maestro Gustavo Monroy, artista con más de cuatro décadas de trayectoria. En la conversación, Monroy desgrana los significados de su mural, producido entre el 2020 y 2025, teniendo como tema central “Huei Tzompantli”. Reflexiona sobre el papel del arte en una sociedad violentada y comparte su inquietud por llevar su trabajo más allá de los centros culturales tradicionales.

Maestro, hablemos de “Tzompantli”, el mural que presenta en San Ildefonso. ¿Cómo surge este proyecto?Este proyecto se enmarca en la celebración de los 100 años del movimiento muralista. Me invitaron a participar en 2025 para presentar un mural, y esto coincidió con dos cosas importantes: la conmemoración misma y el hecho de que se cumplían 10 años del descubrimiento del “Huei Tzompantli”, descubierto en 2015 en la calle de Guatemala No. 24, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Durante la pandemia, con el descubrimiento de una segunda porción, empecé a crear una especie de Tzompantli por los muertos del COVID, una primera versión, de siete metros. Esa versión constaba de seis módulos, y se presentó en el Clavijero de Morelia durante 2023. Para San Ildefonso, el muro requería más metros, lo que me dio el pretexto para actualizarlo y expandir la temática más allá de la pandemia, hacia la realidad violenta que ha continuado, esta última versión ahora está constituida por 15 módulos.

¿En qué consiste esa actualización del mural?Es un Tzompantli que habla en capas geológicas. Incluye nuestro pasado prehispánico, representado por las dos serpientes del Templo Mayor que flanquean la composición; pero también incluí la cruz rosa, ese símbolo tan tristemente representativo de los feminicidios en México; habla de nuestros orígenes y de la violencia actual. Son cuerpos que navegan a través de un río mitológico, creciendo hacia los lados y hacia arriba. Ahora mide 11 metros y consta de 15 piezas. Es una bitácora de la vida y la muerte en nuestro país.

Usted ha insistido con su obra en temas críticos, relativos a la violencia. ¿Ha enfrentado resistencia para exponer estos temas?Sí y no. En algunos lugares estos temas son delicados, pero quiero subrayar que hay una fecha que detonó mi preocupación: el bombazo del 15 de septiembre en Morelia, ocurrido durante el sexenio de Calderón. Ese hecho marcó el inicio de una serie de cuadros que trabajé sobre la violencia, en un periodo que recuerdo como uno de los más crudos de mi vida como creador. Fue un sexenio atravesado por cuerpos desmembrados, mutilaciones y decapitaciones; una época de violencia que, lamentablemente, aún no termina.

Michoacán ha sido un estado que ha sufrido, vivido y padecido intensamente esa violencia en tiempos recientes. Por eso, en mi obra están presentes esos temas, esa realidad. Y siempre busco que ese trabajo se exhiba: no lo pinto para que permanezca guardado en mi taller, sino para que, en la medida en que las instituciones lo permitan, pueda mostrarse. Creo que es parte de un ejercicio de sanación que necesitamos como sociedad.

El arte sirve para eso: para exorcizar nuestros demonios. Y cuando digo arte, me refiero a todas sus expresiones —la música, el teatro, la literatura, la crítica— porque todas ellas son medios de sanar. El arte no cambia la realidad, pero nos ayuda a comprenderla, a procesarla, a leerla de otra manera.

Para nuestros lectores, ¿en dónde y hasta cuándo podrán ver “Tzompantli”? Estará en el Colegio de San Ildefonso hasta el 29 de marzo 2026. Además, como parte de las Noches de Museos, el miércoles 26 de noviembre se presentará un documental sobre el proceso creativo del mural, seguido de un conversatorio y una visita guiada. Toda la información está en mis redes sociales.

¿Y sus próximos proyectos?Tengo una exposición en junio del año que viene en el Museo de Arte Contemporáneo No. 8 de Aguascalientes, un estado al que le tengo un cariño especial. También estoy esperando confirmación para un museo en Oaxaca. Seguiré buscando espacios, porque las obras son para que caminen, se vean, hablen y busquen a sus públicos.

José Roberto Morales Ochoa, agente cultural, con especialidad en museografía, museos y centros culturales.

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