Tenía 77 años y vivió sus últimos dos en una lucha contra el cáncer de pulmón.
Jaime Vázquez Colaborador de La Voz de Michoacán
El 30 de abril pasado falleció en Nueva York Paul Auster. Tenía 77 años y vivió sus últimos dos en una lucha contra el cáncer de pulmón.
En ocasiones el destino juguetea con crueldad, o la vida se enreda al imitar al arte. Paradojas existenciales. Auster pisó el set por primera vez en 1995 con la película Smoke, dirigida por Wayne Wang, oda al cigarro y a los fumadores. El escenario: un expendio de tabaco al que acuden insólitos clientes que cargan en su espalda peculiares historias y comparten con el encargado (Harvey Keitel) el humo del cigarro.
Wang leyó en el New York Times el Cuento de Navidad de Auggie Wren, de Auster, y de inmediato supo que ahí pulsaba una película que lo llamaba con ansiedad. Buscó a Auster y emprendieron la aventura que tuvo un segundo capítulo: Blue in the Face, cintas codirigidas por Wang y Auster. Por cierto, los dos guiones, el cuento de Auster y entrevistas, anécdotas y datos sobre esta aventura, se publicaron en 1995 en Anagrama.
Con el seudónimo de Paul Benjamin, Auster editó la novela Jugada de presión en 1982, su primer libro, historia de detectives y béisbol, dos de sus pasiones.
En realidad, el primer paso de Auster en el camino hacia el cine fue como coguionista con Philip Hass para adaptar su novela La música del azar, publicada en 1990. Los ingredientes: un juego de cartas, dos desconocidos, la suerte y la delgada línea entre la vida y el riesgo.
En Smoke, Auggie Wren (Harvey Keitel) es el dependiente de la tabaquería. Todas las mañanas, a las ocho en punto, coloca su cámara fotográfica en la acera, en la misma posición, en el enfoque exacto y toma una fotografía. Vidas, destino y suerte en un espejo colocado sobre Brooklyn y su “fauna citadina”, que se convierte en coro para Blue in the Face. En esta segunda película desfilan Lou Reed, Michael J. Fox, Jim Jarmusch, Mira Sorvino, Lily Tomlin y Madonna, entre otros, acompañando a Keitel en una “fiesta sobre mujeres, hombres y la vida en la gran ciudad”.
Con la experiencia de estar detrás de la cámara, en la silla del director, Auster organizó su siguiente capítulo: Lulú en el puente (1998). Auster escribe y dirige este relato sobre Izzy Maurer (Keitel de nuevo), un saxofonista de jazz que deja la música después de sufrir un atentado. Izzy se enfrenta al amor, a la magia de una misteriosa piedra de luz azul, los sueños, la muerte y la vida que se sucede en un instante.
Lulú en el puente hace un guiño a La caja de Pandora (1929) de G. W. Pabst sobre la novela de Frank Wedekind Erdgeist. Mira Sorvino es Celia Burns, aspirante a actriz que es elegida para la nueva versión de la cinta de Pabst, en el papel icónico de Lulú que Louise Brooks interpretó en la versión original.
En 2007, Auster toma la dirección de su siguiente película sobre una historia propia: La vida interior de Martin Frost. Estamos ante un personaje extraviado, un escritor que después de su más reciente novela se retira a la soledad. Una mañana, al despertar, una mujer desconocida duerme junto a él.
Wayne Wang dirige El centro del mundo (2001), página erótica, viaje por el placer y las grietas de la conciencia. El argumento es de Auster y Siri Hustvedt, su esposa.
El argentino Alejandro Chomski realiza El país de las últimas cosas (2019), distopía que mucho expresa sobre el mundo actual, basada en la novela que Auster publicó en 1987.
En Informe del interior, volumen autobiográfico, Auster habla de su relación con el cine, su impacto infantil al ver La guerra de los mundos o su fascinación por directores como Ozu, Ray, Bresson o Renoir.
“La memoria es el espacio en el que una cosa sucede por segunda vez”, escribió Auster. En su literatura y en sus películas las cosas sucederán en múltiples ocasiones, quizá porque el autor, especie de rockstar de las letras, confesó que “los escritores somos seres heridos, por eso creamos otra realidad”. La literatura en la pantalla, el cine en sus libros.
