La población se ubica a pocos minutos de Tlalpujahua. ¡Conoce cómo es el ritual!, desde la elección del tronco, a quién se encomiendan y porqué…

Juan Carlos Huante / La Voz de Michoacán

Tlalpujahua, Michoacán. En una población del municipio de Pueblo Mágico de Tlalpujahua se vive una tradición de íntimo sincretismo religioso. El mismo grado de importancia se le da encomendarse al Señor San Pedro que a los cuatro elementos de la naturaleza, todo es un “círculo virtuoso”, la “esencia de la vida”, así lo considera Carlos Medina.

Son los “Voladores de San Pedro Tarímbaro”, herencia ancestral que ahora está a cargo de Carlos y Simón Medina, retomada entre los años 2004 y 2005. Al interior de la comunidad celebran este ritual habitualmente el 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo.

UN RITUAL SAGRADO

“Pedimos a la madre tierra que tengamos buenas cosechas, buena fertilidad; al dios sol, para que sea arte de este círculo virtuoso que es la vida, también al cielo, para que tengamos buenas lluvias”, pero la oración también se eleva al santo patrono, explica Carlos Medina (entrevista realizada en octubre de 2023).

“En resumen, lo que nosotros hacemos es un círculo virtuoso, me gusta a mí llamarle la esencia de la vida, porque todo es en relación a ello”, dice Carlos.

LA ELECCIÓN DEL TRONCO

La tradición comienza desde el momento en que el consejo de personas adultas de la comunidad se da a la tarea de ir a buscar al cerro el árbol que proporcionará el largo tronco al que se subirán y luego descenderán los voladores, “porque ellos son los que tienen más conocimiento de cuándo se tiene que cortar, que si la luna está tierna, que si está llena, que porque es el momento adecuado para que no se quiebre…”.

Una vez encontrado el árbol idóneo, se da a conocer a los voladores y el día que se va a tirar se organizan con el resto del pueblo para ir a cortarlo. Antes de hacerlo viene la encomienda al Señor San Pedro para que les bendiga las hachas; cargan al santo y le piden que no ocurra ningún accidente.

Los que cortan primero son los voladores, quienes también piden permiso a la madre tierra para “arrebatarle a uno de sus hijos”; después del primer corte, cualquier poblador lo puede hacer.

Una vez cortado se arrastra en procesión encabezada por el santo patrono, y si se llega a atorar, con la imagen sacra le dan la vuelta al tronco para que libere el camino. “Parece chiste, pero funciona como no tienen idea”, puntualiza el encargado.

HORA DE VOLAR...

Cuando el enorme madero llega al templo, ahí el pueblo lo levanta a pulso, con crucetas. Se viste el 24 de junio, que inicia la temporada de lluvias y también es día de San Juan Bautista, y el 29, festividad de San Pedro, después de la misa, los voladores se acercan al santo dentro de la iglesia para encomendarse.

Enseguida salen al mando del caporal, se colocan a los pies del palo y empiezan a subir; cuando están arriba se enredan en los lazos y comienza el descenso.

Ya que tocan tierra “significa que sus ruegos, sus oraciones, al Señor San Pedro, al dios Sol, han sido escuchadas”, ahí termina el ritual.

¿Cuánto mide el tronco?

El actual palo mide 18 metros libres, pero es el de menor tamaño que se ha tenido en los últimos 25 o 30 años –el anterior medía 26 libres–, y el de los niños mide 12, aclara Carlos Medina.

El color del traje, San Pedro y el pájaro carpintero

Los voladores se visten con un traje rojo con muchos vivos, porque este color es el San pedro, pero también el del pájaro carpintero, “que es nuestro guardián, el de nuestro árbol, de nuestros bosques”.

También se usa el blanco, que es la nativa vestimenta traje de manta con algunos vivos.

“Para que uno sea volador primero hay que tener valor, respeto de lo que se hace y que se anime”.

Carlos Medina, encargado de los Voladores de San Pedro Tarímbaro, municipio de Tlalpujahua.