Tlazazalca, Michoacán
Tlazazalca, uno de los rincones michoacanos poco visitados, pero con mucho que ofrecer, es el municipio que debes darte la oportunidad de conocer y disfrutar de la riqueza artesanal, cultural, religiosa y natural con la que cuenta.
Artesanías en cera, manantiales e historia, sin olvidar que en el centro de este municipio hay un jardín lleno de árboles y en el techo de su quiosco encontrarás plasmadas las tradiciones que caracterizan al lugar, como son danzas y el Corpus Christi, una de las festividades más representativas de la población, son solo algunas de las opciones que se pueden descubrir en estas vacaciones de verano.
“Además se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel que cautivará con su gran arquitectura, construcción de piedra volcánica roja que la hace destacar dentro de la diócesis de Zamora. En ella sobresale la cúpula de color amarillo”, explicó Roberto Monroy García, titular de la Secretaría de Turismo de Michoacán (Sectur).
Otro de los atractivos de Tlazazalca son sus ojos de agua, destaca el balneario La Audiencia y Junico, donde se encuentra un acueducto que concluye con una cabeza de serpiente.
De la gastronomía, comentó Jesús Méndez, encargado de comunicación del municipio, los turistas y visitantes pueden encontrar derivados lácteos, entre ellos el queso fresco, adobera y requesón, “además de los ya tradicionales bolillos con cajeta, dulce típico de Tlazazalca”.
Por su parte, Joel Melgoza Aguilar, encargado de Cultura y Turismo del municipio, expuso que Tlazazalca es considerado uno de los pueblos más antiguos del estado: “Fue fundado por tribus aztecas y posteriormente incorporado al señorío Purépecha”.
El también artesano cerero recordó que en la Casa de la Cultura existe un taller formativo en este arte, el cual está conformado por ocho alumnos mayores de 14 años de edad, quienes realizan piezas religiosas que se venden al mercado nacional e internacional, como Ciudad de México, Guanajuato, Aguascalientes, Valle de Bravo, Pátzcuaro, Morelia y Estados Unidos.
Uno de los artesanos cereros es Daniel García Luna, quien recientemente creó un San José con una vara de nardos en alusión a la iconografía que narra cómo los viudos del pueblo tomaron una vara y la que floreara, desposaría a María.