“La cuestión de qué es una mujer si no es madre ha quedado sustituida para mú por la de qué es una mujer si es madre; y qué es una madre, en realidad”. -Rachel Cusk

Yazmin Espinoza colaboradora de La Voz de Michoacán

¿Te has sentido juzgada cuando compartes aspectos de tu maternidad con otras personas? Pues esta situación llegó a otro nivel con Rachel Cusk cuando, en 2001, publicó “Un trabajo para toda la vida”, un libro en el que plasmó sin filtros, sus primeros meses con su hija tras dar a luz.

Para ser justos, algunos lectores admiraron su honestidad al exponer su experiencia como madre, pero también hubo quienes consideraron que la obra era ofensiva. Sus detractores acusaron a la autora de ser una mala madre, de ser una progenitora inepta y poco cariñosa e, incluso, hasta un crítico literario sugirió que le retiraran la custodia de sus hijas.

La verdad es que Rachel Cusk no escribió nada fuera de lugar, pues relata en las páginas sus primeras experiencias como madre y reflexiona con desacostumbrada franqueza sobre lo que supone esta etapa: un adiós a la libertad, al sueño y al tiempo, un viaje a las raíces del amor y una esforzada lección de humildad. La autora analiza brillantemente cuestiones esenciales relativas al embarazo y la maternidad, desde las ambivalencias y los sentimientos contradictorios que desarrollan las madres hasta las trampas que encierra el discurso mayoritario en torno a ese periodo, pasando también por la infantilización social de las embarazadas y las madres primerizas o la soledad del puerperio.

Así, divertido, conmovedor y brutalmente sincero, Un trabajo para toda la vida era un libro que tenía que leer y, como si del destino se tratara, me tocó adentrarme en sus páginas en una crisis de maternidad personal causada por la doble jornada laboral y el tener a mis dos hijas enfermas en casa; el caos.

“No escribí este libro porque necesitara su aprobación. Tampoco lo escribí por vanidad, pereza, orgullo o maldad. No lo escribí porque oediara ser madre, porque odiara a mi hija u odiara a cualquier niño. Lo escribí porque soy escritora, y la ambivalencia que caracteriza las primeras etapas de la crianza me pareció afín a la ambivalencia fundamental que siente el escritor ante la vida, una ambivalencia, oscurecida por la organización de los sistemas sociales ideados por la comunidad humana, que el escritor o artista siempre intenta recuperar y resolver”, señala Rachel en las primeras páginas de su libro que, más de 20 años después, se ha traducido por primera vez al español.

Cabe recordar que Rachel Cusk es la autora de la trilogía de novelas A contraluz (A contraluz, Tránsito y Prestigio), de los libros de memorias Un trabajo para toda la vida y Despojos, y de varias obras de ficción y no ficción, entre las que destaca la novela Segunda casa. Ha recibido una beca Guggenheim. Vive en París.

“La cuestión de los hijos y de quien cuida de ellos se ha vuelto, a mi modo de ver, profundamente política, y por tanto sería contradictorio escribir un libro sobre la maternidad sin explicar en cierta medida cómo encontré tiempo para escribirlo”, señala.

La angustia alrededor de la maternidad, pero también ese amor hacia su hija, queda perfectamente plasmado en la obra que ha traducido al español Catalina Martínez Muñoz.

Cabe destacar que, además de a su experiencia personal, la autora recurre a pasajes de novelas que dan voz al asunto de la maternidad, así que a lo largo del libro encontramos pasajes de “Guerra y paz”, “Ana Karenina”, “La casa de la alegría” y “Madame Bovary”, por mencionar algunas obras sobre las que reflexiona el papel de mujeres, madres e hijas a lo largo de la historia.

“Dar a luz no es solo lo que separa a las mujeres de los hombres, también separa a las mujeres de sí mismas y transforma profundamente la idea que una mujer tiene de la existencia. Otra persona ha existido dentro de ella y, después de dar a luz, ambas viven bajo la jurisdicción de su conciencia. Cuando la madre está con esa otra persona no es ella misma; cuando está sin esa otra persona no es ella misma; por eso es tan difícil separarse de los hijos como quedarse con ellos”, comparte Cusk.

La verdad es que el libro me costó, pero no porque no empatizara, más bien al contrario, me pareció un poco demasiado; ¿se puede ser demasiado real?. Las reflexiones que la autora comparte son duras y que pocas veces uno se atrave a compartir. Definitivamente es el opuesto al estereotipo de maternidad que te cuentan en los cuentos o las tías que ven el embarazo como “una bendición”.

“Como soy el hogar de la niña no puedo dejarla en ninguna parte, y no tardo en mirar a la gente que va por la vida ligera y libre de cargas como si pertenecieran a otra especie. Cuando, muy rara vez, salgo sin ella, me siento expuesta, como algo que ha perdido su caparazón”.

Hubo muchas partes que me atravesaron también, cuando menciona la mutación de su escritura tras llegar la maternidad a su vida. Como si ahora todo el tiempo que se está trabajando sientes que descuidas a tus hijos pero, cuando estás con ellos, sientes que te dejas de lado a ti misma. Una lucha imposible de ganar, la culpa siempre va a estar presente en algún lado.

Sin embargo, detrás de toda la dureza, encontré una frase con la que decido quedarme ya que, considero, no se trata de vivir como muéganos o evitar que a nuestros hijos o hijas les pasen cosas, sino de estar disponibles emocionalmente para lo que necesiten, cuando lo necesiten.

“Lo único que hace falta es que esté ahí; y ese lo único lo es todo, porque estar ahí significa no estar en otra parte”.


 

Datos del libro

Autora: Rachel Cusk
Editorial: Libros del Asteroide
Ciudad y año de edición: Barcelona, 2023
No. de páginas: 220

Sobre Yazmin Espinoza
Comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias.
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