Una jornada de oración se convirtió en tragedia cuando un atacante suicida irrumpió en la iglesia ortodoxa Mar Elías, al este de la capital siria, y detonó un chaleco explosivo en medio de los feligreses. Al menos 22 personas murieron y más de 60 resultaron heridas en el ataque, que ha conmocionado a la comunidad cristiana del país y reactivado temores sobre la seguridad religiosa en medio del complejo panorama político y social sirio.
El atentado ocurrió este domingo 22 de junio, durante una misa concurrida a la que asistían cerca de 350 personas, según testigos, el agresor ingresó encapuchado y comenzó a disparar antes de provocar la explosión; y un segundo hombre habría participado en el ataque, disparando hacia la entrada de la iglesia. La violencia desató pánico entre los presentes y dejó escenas desgarradoras, con víctimas tendidas entre los escombros y bancos ensangrentados.
Las autoridades sirias, aunque aún no han confirmado de manera oficial la autoría del atentado, indicaron que la investigación preliminar apunta al grupo terrorista Estado Islámico (ISIS), organización que había disminuido su actividad en los últimos años, pero que al parecer mantiene células activas en el país.
La comunidad internacional y figuras locales condenaron el hecho, el ministro sirio de Información, Hamza Mostafa, lo calificó como un “acto terrorista cobarde” y aseguró que el Estado reforzará la protección en lugares de culto. “Nuestra determinación de garantizar la seguridad de todos los ciudadanos es inquebrantable”, afirmó en redes sociales.
Entre las víctimas, se reportó la presencia de menores, lo que ha intensificado el dolor en una población ya golpeada por años de conflicto. “Vi al menos 20 personas muertas con mis propios ojos”, relató el padre Fadi Ghattas, quien oficiaba la ceremonia al momento del ataque.
Hind Kabawat, ministra de Asuntos Sociales y miembro de la comunidad cristiana, visitó la iglesia horas después para expresar su solidaridad y llamó a preservar la unidad nacional frente al extremismo; la tragedia se da en un momento de fragilidad institucional, con el presidente Ahmad al Sharaa enfrentando crecientes desafíos para mantener la estabilidad en varias regiones del país.
Este atentado marca el primero de este tipo contra una iglesia en Siria en varios años, avivando temores sobre un posible resurgimiento de la violencia sectaria y poniendo en evidencia las limitaciones del actual gobierno para proteger a las minorías religiosas en un entorno aún sacudido por las secuelas de la guerra.
Fuente: Euro News