Seis magistrales relatos interconectan dos entre sí, al ya muy particular y distintivo estilo de la autora
Yazmin Espinoza colaboradora de La Voz de Michoacán
Dahlia lo ha vuelto a hacer, ha hecho que devoré cuento tras cuento de “Medea me cantó un corrido entre risas”, lágrimas y enojo. Se sabe que soy seguidora de esta escritora desde que su “Perras de reserva” me mostró la poderosa que puede ser una historia de apenas un par de páginas y en, “Desde los zulos”, me hizo replantearme todo lo que creía hacerca del feminismo actual.
Cuando Editorial Sexto Piso me hizo llegar un ejemplar de este nuevo título mi emoción no tuvo límites, aunque tuve que dejar pasar un par de semanas en las que iba a estar llena de trabajo para poder comenzar a leerlo, porque sabía que cuando comenzara no iba a querer parar.
En “Medea me cantó un corrido” encontramos seis magistrales relatos interconecta dos entre sí, al ya muy particular y distintivo estilo de la autora. Las protagonistas y narradoras son en su mayoría mujeres que dentro de realidades sumamen te complicadas y violentas encuentran la forma de labrarse su propio destino, atrapadas entre el fuego cruzado de la violencia del narco y el ejército, o de padres o parejas machistas con todos los habituales arquetipos de los celos y demás. Sin embargo, en esta ocasión contarán con la providencial ayuda del personaje mitológico de Medea, quien acude en su auxilio para hacerles compañía, aconsejarlas o inclu so ayudarlas a abortar.
Se trata de una obra de gran calado, que sin duda continuará encontrando el favor de miles de lectoras y lectores, que en muy poco tiempo han encumbrado a De la Cerda como una autora de referencia en las letras mexicanas contemporáneas.
Y es que, como en los cuentos tradicionales, podemos encontrar buenas y malas acciones en la historia, sin embargo, las heroínas de De la Cerda luchan contra las fuerzas más básicas de opresión como lo son el machismo, la pobreza, la violencia.
Algo clave, es que las narradoras son en su mayoría mujeres (aunque me pareció refrescante encontrar un protagonista masculino en esta ocasión) que son parte de realidades sumamente complicadas y violentas, y aún así, encuentran la forma de labrarse su propio destino.
Así, estas protagonistas son mucho más que víctimas y, a pesar de la dureza de la vida que nos muestran, las mujeres de Medea me cantó un corrido son presentadas como agentes de su propio destino, incluso cuando ese destino es trágico.
”¿Cómo te explico que aquí los héroes no llevan capas ni espadas? Aquí los héroes son las morras que sobreviven otro día, que no desaparecen, que se las ingenian para seguir vivas”.
Desde el principio, vemos cómo Dahlia utiliza el personaje mítico de Medea para, haciendo un replantamiento también de su propia historia, dotarla de un poder y presencia tipo “ángel guardian”, para las protagonistas de su libro, pues ella es quien acude en su auxilio para hacerles compañía, aconsejarlas o incluso ayudarlas a abortar.
Y es que al final Medea, al igual que muchas jóvenes, comienza su vida con grandes sueños solo para encontrarse con un México violento e injusto.
“Las niñas buenas no se vengan, dicen. Pero es que las niñas buenas también terminan muertas en un barranco, ¿y de eso quién se venga?”
Por otro lado, no podemos hablar de un libro de Dahlia de la Cerda sin hacer mención a su increíble uso del lenguaje. El libro completo es una muestra de un uso poético del lenguaje coloquial para describir la crudeza de la vida en los barrios de México. La autora retrata con precisión el paisaje urbano donde se desarrollan las tragedias cotidianas de las mujeres, invisibles para la sociedad.
Es evidente la manera en que la escritura se aparta deliberadamente del lenguaje literario “elevado” para adoptar una prosa que refleja la realidad cruda y vivida de sus personajes. Su estilo es directo, sin adornos innecesarios, lo que permite que las emociones invadan sin filtros también al lector.
”El barrio no es bonito como dicen en las canciones, aquí todo es feo y todo duele. Las calles están llenas de nombres de mujeres que nadie recuerda, pero que gritan desde el pavimento”.
Por último, quiero destacar la increíble manera de incorporar la música en un texto literario. Y es que Dahlia nos acerca al corrido, un género musical popular en México, y lo usa como un recurso narrativo que enriquece su relato.
Así, “Medea me cantó un corrido” es un libro que fusiona elementos de la mitología griega con realidades sociales actuales y, través de la figura de Medea, explora no solo el sufrimiento y la violencia que enfrentan muchas mujeres en México, sino también su resiliencia y empoderamiento.
Tras el lanzamiento de este título las redes se incendiaron, y es que la literatura de esta autora puede “arder” de muchas maneras. Lo único innegable aquí es que Dahlia se va a convertir en un referente de la literatura de nuestra época así que, ¿qué están esperando para leerla? Creanme que ella no le teme a las críticas.