Más allá de la restauración de energía, las siestas parecen tener un impacto directo en la estructura cerebral, lo que podría influir en la capacidad cognitiva a largo plazo

Agencias / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Durante mucho tiempo, la siesta ha sido vista como un simple placer o una necesidad tras una noche de mal descanso.

Sin embargo, un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de Londres y la Universidad de la República en Montevideo, ha demostrado que este hábito no solo es beneficioso para el descanso físico, sino que también tiene un impacto positivo en el rendimiento cognitivo.

La investigación publicada en Sleep Health reveló que las personas de entre 40 y 69 años que suelen dormir siestas tienen un cerebro más voluminoso que aquellas que no lo hacen, lo cual se asocia con una mayor cantidad de neuronas y una mayor complejidad cognitiva. Además, la diferencia en el volumen cerebral entre quienes duermen la siesta y quienes no lo hacen podría equivaler a 6.5 años de envejecimiento cerebral, sugiriendo que las siestas podrían ayudar a preservar la salud cerebral y ralentizar el proceso de atrofia cerebral relacionado con el envejecimiento.

¿Por qué dormir es importante?

Las siestas han sido históricamente valoradas como una forma de descanso rápido y efectivo, pero este estudio añade una nueva dimensión a sus beneficios. Más allá de la restauración de energía, las siestas parecen tener un impacto directo en la estructura cerebral, lo que podría influir en la capacidad cognitiva a largo plazo. Esto refuerza la idea de que el sueño no es solo crucial durante la noche, sino también en cortos períodos durante el día.

Una siesta de entre 10 y 30 minutos es suficiente para obtener beneficios cognitivos. Durante este tiempo, el cerebro aprovecha para descansar y reorganizar la información adquirida durante el día. Específicamente, se observa una mejora en la memoria a corto plazo y en la habilidad de realizar tareas complejas que requieren concentración.

Al dormir, el cerebro pasa por diferentes etapas del sueño, y aunque la siesta sea corta, se alcanzan fases de sueño profundo que son cruciales para el proceso de consolidación de la memoria. En otras palabras, tomar una siesta permite que el cerebro "reinicie" y regrese al trabajo con mayor capacidad de concentración y resolución de problemas.

Las afirmaciones de esta investigación han generado un gran debate en la comunidad científica. Mientras algunos expertos celebran estos hallazgos como un avance en la comprensión del sueño y el envejecimiento cerebral, otros piden cautela y destacan la necesidad de realizar más estudios que profundicen en cómo y por qué las siestas pueden tener este impacto tan significativo.

Este estudio destaca la importancia de reconsiderar la siesta como una herramienta valiosa para mejorar el rendimiento cognitivo y combatir el cansancio mental. Lejos de ser solo un lujo, tomar una siesta estratégica puede marcar la diferencia en la productividad diaria, la memoria y la capacidad de aprendizaje, convirtiéndose en un aliado clave para mantener una mente ágil y enérgica.