Morelia, Michoacán
Revivió el canotaje en la isla de Urandén. El rescate de sus 15 manantiales ha permitido a los canoístas volver a entrenar en el cuerpo de agua.
Hace 90 días, la situación era desoladora: había sequía, lodo y lirio en los manantiales. Los canales estaban secos y llenos de tierra, sin posibilidad alguna de practicar canotaje. Los niños y jóvenes que solían deslizarse en sus canoas por las aguas tranquilas de los manantiales se encontraban sin un lugar donde entrenar, apenas podían caminar por lo que alguna vez fue un canal de metro de ancho.
La comunidad de Urandén, conocida por su tradición en el canotaje, no se dejó vencer por la adversidad y en coordinación con autoridades estatales, se unieron para limpiar los canales, que además de servir para el entrenamiento de canotaje, alimentan al Lago de Pátzcuaro.
Con determinación, los pobladores se unieron en la labor titánica de limpieza y dragado del área. Cada mañana, hombres, mujeres y niños se armaron de palas y herramientas para remover la tierra acumulada, mientras las máquinas del gobierno estatal se encargaban del dragado profundo. Este esfuerzo conjunto ha permitido ir recuperando paulatinamente el cuerpo de agua.
Hoy, el panorama es completamente distinto.
El agua de los manantiales, antes oculta bajo capas de tierra, ahora es cristalina y alcanza una profundidad de dos metros. La vida ha vuelto a los canales, y con ella, el espíritu del canotaje que define a Urandén. Los jóvenes canoístas, que durante semanas miraban con nostalgia sus canoas, han retomado sus entrenamientos diarios. Al amanecer, el sonido de los remos rompiendo el agua serena anuncia que la tradición ha revivido.
Los 15 manantiales de Urandén, ahora visibles y resplandecientes, se han convertido en un espectáculo natural digno de admirar. Las aguas puras y cristalinas reflejan el cielo, creando un efecto turquesa que maravilla a locales y visitantes por igual. Este renacimiento es un triunfo para los pobladores.