Al igual que el grafiti, el sticker urbano tiene como característica principal diseminar por toda la ciudad la firma del autor, su alter ego

Fotos, Samuel Herrera Jr.
Texto, Redacción

Morelia, Michoacán. El sticker urbano surgió a finales de los años 70 del siglo XX a consecuencia de que muchos grafiteros eran detenidos y multados por la policía cuando tardaban en hacer sus pintas. Entonces los artistas urbanos encontraron como alternativa diseñar y plasmar sus grafitis en calcomanías del tamaño de la palma de una mano, que hacen normalmente en tirajes de 100, las cuales pegan muy rápido en la calle o en otros lugares antes difíciles de intervenir, como un elevador.

Al igual que el grafiti, el sticker urbano tiene como característica principal diseminar por toda la ciudad la firma del autor, su alter ego. Para destacar de los demás stickeros, se busca pegar el mayor número de estampas; pero si no se quiere atascar a la ciudad, se pueden dejar los stickers en lugares muy concurridos, como paradas de camiones, señales de tránsito, fachadas de edificios públicos, unidades de transporte colectivo, etcétera, donde por la afluencia de miles de personas lo verá una mayor cantidad de gente, aunque sólo esté un día, antes de ser retirado.

Los stickeros empiezan en este arte urbano en su mayoría cuando son niños y adolescentes de 10 a 15 años, que pegan sus estampas por diversión, y quienes por estar cursando la primaria o secundaria normalmente carecen de las habilidades y competencias para crear sus propios diseños, y es por eso que se apropian de las imágenes de Bob Esponja, Cantinflas, El Santo, Marilyn Monroe, entre otros personajes de la cultura popular, incluso políticos para satirizarlos.

Al estar en una edad de búsqueda de la propia identidad sienten la necesidad de ser vistos y escuchados por la sociedad. También requieren verse a sí mismos, reflejados en su obra, mientras caminan por la calle, de su casa a la escuela o al trabajo, y viceversa.