La historia es progreso, la realiza la sociedad, no la clase dirigente, la Reforma del Poder Judicial, no es imposición desde arriba..
Vista panorámica
En esta ola de reformas, cambios políticos realizados por una parte el pueblo de México que detenta el poder, estamos concernidos todos los ciudadanos. Son nuestros derechos y nuestra vida libre y soberana los que están en juego.
La campaña está en su apogeo.
Es una propaganda, no de información objetiva, sino de seducción y presión, con un lenguaje exaltado, no objetivo, que trata de vender el producto no por la calidad del mismo La reforma no es necesaria. Como en todo las leyes mexicanas son buenas, con sus limitaciones humanas, el problema es que el ciudadano le gusta “brincarse la ley”, no tiene sino por el interés de quienes lo promueven. Se encuentran los defectos de la manipulación sobre tantos que no piensan de la mercadotecnia.
Son conocidos los antecedentes de estas reformas del poder judicial: venganza porque el poder judicial en funciones, por razones de verdad y justicia, paró reformas acariciadas por el Ejecutivo.
No tenemos el sentido de la ley que tiene el pueblo estadounidense, para ellos es grave que les digan: les dicen: “You broke the law”, quebrantaste la ley. En México los burlamos de la ley, lo importante que es que no te agarren.
¿Hasta cuando vamos a asumir nuestro problema? No tenemos la cultura de la ley, no tenemos conciencia moral. Si queremos que la situación cambie, necesitamos que cambien los sujetos que deben cumplir la ley.
Las violaciones de la ley se dan en todas las esferas, desde las personas más aparentes como los gobernantes. Claudia Sh apoya en su delito a la gobernadora de Baja California, son conocidos sus crímenes.
Para un México de ciudadanos honestos, sin corrupción es necesario cambiar al sujeto: que se convierta de su actitud anárquica, inmoral, arbitraria y convenenciera, necesitamos recuperar el sentido de la ley para cumplirla. Es como en las escaleras. Hay que empezar por los peldaños de más arriba.
México está sumergido en un mar turbulento y nauseabundo de crimen y mentira, de falsedad e impunidad.
El crimen organizado sigue pegando, derramando sangre, enlutanto a los hogares de los pobres. Nadie parece hacer nada. Los autoridades miran al cielo enajenados en sus proyectos.
La luz de lo alto
En democracia, el pueblo, formado por cada uno de los ciudadanos hasta los más pobres y humildes, es el soberano.
La presidenta es mandataria con todo su gobierno, debe acatar la voluntad de los ciudadanos, habilitar y no reformar, sin debate, la Constitución.
En un régimen democrático se busca el Bien Común y es el pueblo quien manda, realmente, no en la ficción de la democracia. Esta se convierte en dictadura cuando manda un poder y los otros dos poderes son inexistentes en los hechos. Es lo que pasa con el poder legislativo y lo que se busca con la reforma al poder judicial, politizado, comprometido por el proceso de elección, promovidos por el poder ejecutivo.
Los partidos políticos responden siempre a una plataforma de principios o a una ideología de un grupo del poder. Es conocida en el ambiente político mundial la 4T original, es decir la “Cuarta Teoría Política” como lo analiza ampliamente Alexander Dugin en su libro la cuarta teoría
Detrás de las reformas y de la gestión política hay un esquema de pensamiento, una filosofía, ideas. Afirmaba mi maestro de París Jacques Audinet, gran conocedor de la sociedad: son las ideas las que hacen la historia, los hechos vienen detrás.
Los preguntamos muy seriamente: ¿qué modelo de país y de ciudadano quiere construir el gobierno de México en este momento?
La Iglesia Católica acompaña a México desde su nacimiento, ha tenido un papel de de compañera y maestra en sus grandes transformaciones. Esta institución tiene un cuerpo de doctrina, la doctrina social de la Iglesia, que viene de muy lejos, desde la historia milenaria de la Revelación y masilla, de la búsqueda de los pueblos en el oriente, por ejemplo el código de Hammurabi.
La Doctrina Social de la Iglesia, atesora una sabiduría milenaria, en su sabiduría construye una doctrina en base a los grandes principios de la convivencia social.
“Los principios permanentes de la doctrina social de la Iglesia constituyen los verdaderos y propios puntos de apoyo en la enseñanza social católica: se trata del principio de la dignidad de la persona humana… Del bien común, de la subsidiaridad y de la solidaridad”.
“Estos principios expresan la verdad sobre el hombre conocida a través de la razón y de la fe, brotan del encuentro del Evangelio y de sus exigencias comprendidas en el mandamiento supremo del amor de Dios y al prójimo y en la justicia con los problemas que surgen de la vida de la sociedad” (P. 88) .