América Latina vuelve a posicionarse en el interés ideológico no solo de China y de Rusia, sino de otras autocracias y eso, para la UE

Claudia Luna Palencia

A raíz de la pandemia y las disrupciones derivadas de la emergencia sanitaria, el mundo en su geopolítica y geoeconomía ha venido sufriendo una serie de alteraciones y reacomodos reconfigurando un nuevo puzle. América Latina no está exenta de esta dinámica, sino que incluso se ha reposicionado en el interés, de las grandes potencias hegemónicas.

América Latina vuelve a posicionarse en el interés ideológico no solo de China y de Rusia, sino de otras autocracias y eso, para la UE, es una clara amenaza a los valores democráticos que comparte con la región.

El año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, realizó una minigira por cuatro países latinoamericanos, entre éstos, México. Lo hizo motivada por el temor a que las afinidades ideológicas de varios de los gobernantes actuales provoquen que el viraje populista termine convirtiéndose en una nueva era de autocracias latinas en menoscabo de la democracia.

El organismo europeo formado por veintisiete países de pronto ha recuperado un interés regional (ante el avance chino, ruso e incluso iraní en algunos países latinoamericanos) y ahora habla, inclusive de instalar, una representación en la región. La UE quiere reuniones más regulares de jefes de Estado y de gobierno con América Latina a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Ha sido la presencia china con sus inversiones y su apabullante capacidad comercial, lo que ahora preocupa a Von der Leyen. No en balde, en su discurso sobre el Estado de la Unión de 2022, ella insistió reiteradamente en llamar a la unidad a todos los socios comunitarios para crear una estrategia e invertir en “el poder de las democracias” y construir un bloque de afines.

Hay más de interés ideológico y político (que económico o comercial) aunque Bruselas conoce las necesidades de financiamiento, recursos e inversiones en la región y para eso ha preparado su estrategia Global Gateway.

¿Qué es el Global Gateway? Es la respuesta de la UE ante el proyecto ingente de China con su Nueva Ruta de la Seda (One Road, One Belt) que pretende vertebrar al mundo entero con el gigante asiático.

La UE a través del Global Gateway, vigente desde 2021, tiene una bolsa de hasta 300 millones de euros para apoyar inversiones que cumplan con los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU y los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.

Este plan de inversiones está guiado por seis principios básicos: 1) Valores democráticos y altos estándares; 2) buen gobierno y transparencia; 3) asociaciones en pie de igualdad; 4) proyectos verdes y limpios; 5) centrado en la seguridad; y, 6) orientado a estimular al sector privado.

Con el marco de las inversiones Global Gateway, la UE manifiesta su disposición por invertir y financiar un monto de 10 mil millones de euros en los próximos años en América Latina.

Precisamente bajo esos fondos, hace unos días se llevó a cabo en Cancún un foro de la UE para ver qué salida se le puede dar al sargazo que se ha convertido en una pesadilla en las playas mexicanas.

En ese encuentro se discutieron diversos modelos de negocio: desde convertir el sargazo en ladrillos o en biomasa hasta en fertilizante. La UE va a poner el dinero y México el talento y las ideas para hacer de este drama una oportunidad que genere empleo e ingresos.

A colación

La UE y América Latina y el Caribe representan más de un tercio de los miembros de las Naciones Unidas y son una fuerza para un orden multilateral basado en normas.

También es la región con los vínculos formales más estrechos con la UE, porque tiene acuerdos de asociación, comercio o política y cooperación con 27 de los 33 países de América Latina y el Caribe. La UE es el principal inversor en la región y su tercer socio comercial exterior y juntos mueven más de 235 billones de euros en materia comercial.

No obstante, la relación no fluye tan rápido como se quisiera. A la UE, le perjudica la demora en su toma de decisiones. Se trata de un elefante pesadísimo y lento: han transcurrido veintitrés años de negociaciones de un acuerdo comercial UE-Mercosur y todavía no se ve la luz al final del camino… aunque la esperanza está puesta en 2025.

@claudialunapale