Falleció el expresidente de Uruguay, José Mugica, a los 89 años de edad, en su finca rural de Rincón del Cerro, a orillas de Montevideo, de un cáncer de esófago que hizo metástasis
Falleció el expresidente de Uruguay, José Mugica, a los 89 años de edad, en su finca rural de Rincón del Cerro, a orillas de Montevideo, de un cáncer de esófago que hizo metástasis.
Una parte de la izquierda latinoamericana ve a Pepe Mujica, con convicción y mirada limpia, como lo que realmente fue: un hombre democrático de izquierda, sin actitudes rijosas ni beligerantes y alejado de escándalos morales y de corrupción, vuelto referente de una militancia de izquierda con rostro humano.
Este es el Pepe Mugica que vale la pena: el sencillo y austero, el que no usó el poder para forrarse de dinero ajeno y mal habido; finalmente, el que creyó en la democracia como un derecho de todos, al grado de no destruirla cuando fue presidente de Uruguay.
Si la izquierda en América Latina tuviese un poco de la visión y los valores de Pepe Mugica, sería una izquierda muy distinta al modelo de izquierda autoritaria y dictatorial que algunos pretenden imponer en nuestro continente.
Otra parte de la izquierda ve a José Mujica como referente de lo que no es, ni de chiste, la izquierda latinoamericana: Pepe Mugica fue un hombre decente que no quiso eternizarse en el poder, que vivió con sencillez y austeridad dentro y fuera de la burocracia y que, además, nunca hizo negocios ni con el poder ni al amparo del poder. El contraste con Cuba, Nicaragüa, Venezuela y México es más que obvio.
Otra parte de quienes se hacen llamar de izquierda, ven en José Mujica un ejemplo de la ética y la congruencia que ellos no han logrado cuajar en su militancia ni en su vida pública: Pablo Gómez, Luisa María Alcalde, Adán Augusto López, Cuauhtémoc Blanco, los Monreal, Fernández Noroña, López Obrador, los López Beltrán y un largo etcétera que ni vale la pena mencionar.
Aunque no precisamente progresista ni intelectual de izquierda, José Mugica tenía ideas propias y un trazo mental de cómo debía ser y comportarse la izquierda en América Latina, tanto en el ámbito social como en el gobierno.
La parte de la izquierda intelectual que se avergüenza de la izquierda ruda, ignorante y arrabalera de América Latina, no es izquierdista sino mugiquista, por José Mugica.
Algunos, en México, quisieron ver su presencia en nuestro país, en 2019, como un espaldarazo a la gestión de López Obrador. Ese respaldo es falso, pues el mismo Mugica subrayó más de una vez su distancia frente al populismo mexicano.
La contaminación esencial de la izquierda en Latinoamérica, es que no es una izquierda de izquierda sino una izquierda de derecha: en ella, se procura que sus seguidores vivan las miserias conceptuales y materiales del izquierdismo, mientras sus dirigentes viven las mieles del derechismo y el monetarismo capitalista.
En 2019, la Universidad Iberoamericana le otorgó a Pepe Mugica el Doctorado Honoris Causa. En la ceremonia de investidura, afirmó: “El premio mayor es vivir como se piensa. El premio mayor es soñar que se puede construir un mundo un poco más útil, menos egoísta que el que nos tocó vivir. ¿Qué sería la vida si nos quitan la esperanza?”.
Pepe Mugica tuvo una relación de empatía e identificación con la juventud mexicana y latinoamericana. En uno de sus mensajes a los jóvenes, les dijo sin rodeos: “La felicidad consiste en darle contenido y rumbo a nuestra vida”.
Sobreviviente de una dictadura que en poco más de quince años acabó con la democracia y las libertades en su país, José Mugica fue guerrillero, preso político de la dictadura militar y parlamentario en Uruguay, antes de ganar en las urnas la Presidencia de la República.
Los principios y valores de actitud a los que fue fiel, y que definieron el rumbo de su gobierno, fueron la integridad personal, la ética en el servicio público, la congruencia ideológica, la transparencia en el ejercicio del dinero público, una genuina austeridad y la sencillez.
A Pepe Mugica no lo cambió, no lo corrompió ni lo mareó el poder, porque su rectitud política era de una estirpe superior: no el fango que desnuda las miserias humanas, no el cinismo que sirve de parapeto a los sinvergüenzas, no la prepotencia que hace sentir superior al enano y acomplejado, sino una filosofía que da autenticidad a ciertos individuos y hace aflorar en ellos signos y huellas de ejemplaridad. Esto y más fue Pepe Mugica.
Pisapapeles
La autocrítica y la humildad que practicó y predicó en vida José Mugica, podrían ser un día los rasgos básicos del verdadero humanismo mexicano. Pero claro, no será fácil: será algo así como arar entre piedras.
leglezquin@yahoo.com