Morelia, Michoacán

Al caer la tarde, la avenida Madero se transformó en el escenario de una singular invasión. Centenares de personas, convertidas en zombies, avanzaron como un río de fantasía y terror por el corazón de la ciudad, en lo que se ha convertido ya en una tradición que celebra tanto la creatividad como el misterio: Zombie Walk.

La procesión comenzó en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, y a medida que avanzaba hacia la Catedral de Morelia, los curiosos se agolpaban en las banquetas para presenciar el desfile.

Desde niños hasta adultos mayores, todos habían puesto su ingenio en marcha para lucir como personajes de pesadilla. Alicia en el País de las Maravillas, Freddy Krueger, Jason, y otros icónicos seres de películas de terror se entremezclaban con zombies de todo tipo, cada uno representando el estilo y la imaginación de sus creadores.

La emoción aumentó cuando La Llorona y El Charro Negro, figuras legendarias de la cultura mexicana, encabezaron la marcha. Sus figuras sombrías y misteriosas agregaron un toque de tradición y misticismo que electrizó a los presentes.

“Da miedo y fascina al mismo tiempo,” comentó una de las asistentes, quien, con su cámara en mano, capturaba cada instante.

Las reacciones de la multitud fueron tan diversas como los disfraces en la marcha. Algunos espectadores aplaudían y se tomaban fotos con los participantes, mientras otros, con una mezcla de asombro y desconcierto, murmuraban entre risas nerviosas: “¡Qué payasadas!”. Pero el espíritu lúdico prevalecía y contagiaba hasta a los más escépticos.

Además del espectáculo visual, el evento tuvo un componente solidario: los organizadores pidieron a cada participante llevar un kilo de ayuda en forma de alimentos no perecederos, como arroz o frijoles, que serían donados al albergue Cristo Abandonado.

Este llamado fue bien recibido y varios asistentes llevaron sus donativos, mostrando que, detrás del maquillaje y las máscaras, también había un compromiso con quienes más lo necesitan.