Morelia, Mich. | Redacción.- Un análisis del Observatorio de Seguridad Humana de la Región de Apatzingán (OSHRA) señala que Michoacán enfrenta un complejo panorama de disputas entre grandes organizaciones delictivas. La entidad, tradicionalmente vista como un espacio de conflictos entre grupos locales, se perfila ahora como territorio estratégico para el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otras facciones del crimen organizado.
El OSHRA, dedicado desde 2018 al estudio de seguridad y violencia en Tierra Caliente, advierte que el CJNG podría establecer una alianza con Los Chapitos, brazo del Cártel de Sinaloa, como estrategia para enfrentar a la facción liderada por Ismael «El Mayo» Zambada. Según el organismo, esta unión respondería a la necesidad de Los Chapitos de fortalecerse frente a sus rivales, quienes han controlado las rutas de trasiego de drogas en Michoacán hacia la frontera norte.
El líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes, conocido como «El Mencho», oriundo de Aguililla, ha utilizado este municipio como base operativa para extender su control en la región. Desde su entrada en Michoacán entre 2019 y 2020, el CJNG ha tejido alianzas con antiguos adversarios, como Los Viagras, consolidando su dominio en Tierra Caliente.
Además, el Observatorio ubica los puntos de entrada del CJNG en municipios como Coahuayana, Aquila y Zamora-Jacona, donde se han registrado desplazamientos forzados. Desde estos territorios, el cártel ha negociado con otros grupos, ampliando su influencia hacia Buenavista y Apatzingán.
A pesar de las cifras de homicidios que el gobierno estatal presume en descenso, el OSHRA destaca un incremento preocupante en desapariciones y hallazgos de cuerpos sin vida, con un aumento del 200% entre 2021 y 2023. Estas estadísticas contrastan con la reducción de asesinatos en el mismo periodo, reflejando la complejidad de la crisis de seguridad en Michoacán.
El Observatorio también cuestiona la eficacia de la Estrategia de Seguridad presentada por Claudia Sheinbaum, enfocada en combatir la extorsión en la producción de limón. Según el OSHRA, este enfoque no aborda los factores estructurales que alimentan la violencia en el estado, limitando su impacto en la mejora de la seguridad pública.
