Gustavo Ogarrio / La Voz de Michoacán

Se dice que la música pop, la New Wave, el oleaje nuevo y poderoso de una música sin la carga de virtuosísimo del rock sinfónico o sin la densidad alucinógena de la psicodelia, inaugura la era de ambigüedad actual del rock: superficial y encantadora, profunda y distraída, lírica y por momentos dislocada, la música pop le abre el paso a una nueva generación que hereda ya debilitada la tendencia de protesta y acción política de años 60 y 70.

A la sombra del punk, pero también de esa “mediocridad americana” contra la que se revela la música afroamericana como el blues y el jazz, el pop tiene comprometida su emergencia con la era de la fatídica presidencia de Richard Nixon y el escándalo del Watergate, las protestas contra Vietnam y la invasión a Camboya en 1970, así como con la era de Ronald Reagan, es decir, con el nacimiento del neoliberalismo en Estados Unidos. Al mismo tiempo, algunas canciones y perfiles se pliegan al punk, al blues y al rock más basáltico en clave de New Wave. Uno de estos grupos es el de los Pretenders, conducidos por la cantante Chrissie Hynde. En el libro “Reckless. My Life” (en español lo titulan “A todo riesgo. Memorias airadas de una Pretender”, Malpaso), Chrissie Hynde escribe en clave autobiografía su trayectoria por el mundo del rock en las últimas cuatro décadas. Se dice que Hynde es una de esas figuras que se pueden considerar como rockera absoluta, en la línea de Pat Benatar, Patti Smith, Joan Jett. Debbie Harry, Siouxie Sioux, entre otras.

En su libro, Hynde resignifica sus experiencias a la luz de un modo de cantar melódico que no pierde la rudeza del punk y que va formando un estilo que crece a la sombra de los hermosos árboles de su infancia, pasando por los paseos neoyorquinos con Iggy Pop, hasta los cuatro días de mayo de 1970 en la Universidad de Kent, donde le toca presenciar como estudiante de Bellas Artes el asesinato de 4 estudiantes bajo las ráfagas de la guardia nacional estadounidense.