Gabriela Mier escribe un libro de crónicas sobre las narrativas del universo femenino de la región lacustre de Pátzcuaro

Víctor E. Rodríguez Méndez

El agua y la escritura como símbolo del tiempo. El agua también como una constante referente en la literatura y el imaginario humano. El agua y un lago michoacano. Inmerso hoy día en una situación precaria, el lago de Pátzcuaro es también motivo para entrar “en las formas y en las rendijas” de la vida cotidiana y en las historias de unas cuantas mujeres ribereñas. Historias contadas en clave íntima, según el pulso de Gabriela Mier, quien escribe estas historias de siete mujeres comunes en sus circunstancias, mujeres que cuentan y recuerdan cosas de sus vidas —porque “contar siempre es volver al pasado”—, aun cuando en este caso se vislumbran recuerdos opacos sobre un lago que despierta hoy más nostalgia que nunca: un lago que está quedando más como un recuerdo, un sueño que ya fue.

El libro Contar el lago en un día: Narrativas del universo femenino de la región lacustre de Pátzcuaro consta de siete crónicas literarias sobre siete mujeres de Huecorio, Uricho, Erongarícuaro, Puácuaro, San Jerónimo Purenchécuaro, Janitzio y La Pacanda. La idea: contar el día a día de estas mujeres llamadas Axhanty, Beatriz, Fany, Francisca, Genoveva, Margarita y María Silvia.

Gabriela Mier Martínez (Ciudad de México, 1969) es escritora y socióloga egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Obtuvo el Premio Nacional de Novela Breve “Amado Nervo 2015” por Un lugar sin alegría (Editorial Ficticia) y el Premio Nacional de Cuento “Jesús Amaro Gamboa” 2016 por El valle de las iguanas (Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán). Ha colaborado con sus textos en las revistas Pie de Página, Revista LATE, El Estornudo, Punto en Línea UNAM, Letralia Tierra de Letras, Carruaje de Pájaros, entre otras.

Mujeres que se cuentan a sí mismas

Producto del apoyo del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales, a través de la vertiente Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, emisión 2022, Gabriela Mier da a conocer en estos días el resultado de su proyecto como libro, además de la producción de siete podcasts de audio sobre las narraciones (realizados con el apoyo de Oscar Carrillo en la edición y la mezcla de sonido). En entrevista, la recién egresada del Diplomado en Escritura Creativa y Crítica Literaria de la Escuela de Escritura de la UNAM explica que el origen de este proyecto nació de su experiencia con otros proyectos artísticos y culturales que ha desarrollado en las comunidades de la cuenca del lago de Pátzcuaro, para favorecer la justicia social, ambiental y de género.

A Gabriela le gustan las historias de vida de las mujeres. Hace unos diez años trabajó en un proyecto del FONCA en el que buscó sumergirse en el mundo sonoro de doce mujeres. “Me acerqué con esas mujeres de la región de la cuenca y les pregunté por el recuerdo de un sonido a ver qué historia se desataba. Me di cuenta de que les encanta contarse. Creo que hay una especie de reafirmación cuando contamos cosas, sobre todo cuando vienen del pasado y procuramos contarlas para no olvidar”.

A partir de entonces se quedó con la idea de trabajar con más historias de otras mujeres. Contar el lago en un día, señala, surgió porque le interesaba conocer el vínculo sentimental con el lago de las mujeres que habitan en esta región. “En esta región purépecha hay una conexión muy ancestral entre el agua y la mujer: los ojos de agua tienen nombres de mujeres y dicen que el agua era una mujer. Quise indagar más en ese universo de las mujeres desde su cotidianidad, por eso se llama Contar el agua en un día”.


En este impuso fue importante para Gabriela Mier poner en palabras lo que ella llama la poética de lo cotidiano. “En lo que vemos y escuchamos hay poesía, por eso retomo en el inicio del libro un verso de Joaquín Giannuzzi: «La poesía no nace. Está allí, al alcance de toda boca para ser doblada, repetida, citada total y textualmente». Me pareció interesante saber qué es lo que ven las mujeres cuando despiertan, qué es lo que miran y cómo lo nombran”.

¿Por qué la crónica? “Todo el mundo piensa en la crónica como algo en el que no cabe la ficción o como un mero registro histórico. Éstas son crónicas literarias en las que hay poesía y hay narrativa. Yo escribo novela y un poco de poesía, pero hay dos géneros que no me llamaban la atención: la crónica y el ensayo, por lo histórico y lo académico, y eso me aburre bastante. Había estado leyendo bastante crónica literaria —o periodismo narrativo, como también le llaman— y la verdad es que me encantó, sobre todo por lo que se puede desatar a partir de una historia, digamos real, y hasta dónde alcanza la ficción en las historias que te cuentan: ¿cuál es la verdad?, ¿cuál es la mentira? O sea, las historias te las cuentan de una manera u otra, y si bien las historias cambian, no pierden su verdad”.

La propuesta fue realizar siete cuartillas por cada crónica, más o menos. Gabriela explica que en este proceso intentó fluir y conectarse con las mujeres que fueron incluidas. “Había quien tenía más facilidad de palabra, que son cronistas, de hecho; otras iban más hacia adentro, decían algunas frases y entonces yo trataba de indagar más. Creo que cada crónica refleja la personalidad de cada mujer, sin forzarlas ni adornarlas más allá de lo que ellas lo han hecho. Al final traté de conectarme más bien con sus palabras y con su forma de narrarse a ellas mismas, lo cual fue un compromiso muy grande porque te están compartiendo una parte de su historia o de su mundo interior”.

La selección de las siete mujeres, asegura, tuvo que ver con el siete como número simbólico. Fue un número que le gusta y que, además, le permitía cumplir con la meta trazada. Tenía claro en qué comunidades iba a trabajar, pero no qué mujeres serían las protagonistas. Por tanto, “el criterio fue elegir mujeres que habitaran en siete comunidades, de las que conocía sólo a dos de ellas, a las demás no”, señala la autora.

La nostalgia por el lago

Sobre la importancia del agua y la revelación de las historias que pudo rescatar, la fundadora de la organización civil EnraizArte, Colectivo para la Educación a través de las Artes y por el Arte, reconoce que no fue tan sorprendente para ella que todas hablaran del lago con mucho amor. “Hay un vínculo sentimental muy fuerte con el lago, con la tierra, las flores y el amanecer; éstas fueron palabras que surgieron en todas las crónicas, por lo que las historias tienen sus particularidades, son historias diversas, pero hay algo que las une y las completa. Todas hablan del lago como algo que se aleja, como algo que se hace pequeño y que ya no alcanzan, así con esas palabras. Fue impactante, la verdad, que en todas hubiera la narrativa de un lago que se está yendo. Hay nostalgia, tristeza. Por ejemplo, una de las señoras, nana Beatriz, que es cocinera, cuando me empezó a hablar del lago se le quebró la voz porque no puede creer cómo está su lago”.

De hecho, el drama del lago de Pátzcuaro le toca a Gabriela también como autora y, sobre todo, como habitante de la región desde hace 29 años. Asegura que la degradación del lago para ella es una metáfora de su propia historia. “Por la edad en la que estoy, que son los 50, en la que hay cosas que también se empiezan a alejar. Hay en ello mucha nostalgia y tristeza, y muchos recuerdos. No fue casual que yo buscara a estas mujeres, porque a final de cuentas fue un proceso muy introspectivo también para mí. No fue algo que pensé conscientemente, sino que surgió de manera natural. No fue casual que yo las buscara porque yo también estoy en una búsqueda”.

Gabriela recuerda que su llegada a estas tierras tampoco era el lago que le cuentan algunas de las mujeres, es decir, un lago transparente lleno de peces de colores donde incluso se bañaban. “Me imagino que era un paraíso, en términos de la imagen, pero cuando llegué ya estaba bastante contaminado, pero nunca como ahora”, señala quien fue becaria del PECDAM en la categoría de creadores con trayectoria, en 2018.

Buscarse y encontrarse en las palabras

La escritora nos comparte su gusto por la lectura y esgrime lo que para ella es algo curioso que está pasando con la escritura de mujeres. “Cuando yo estudié en la prepa o en la universidad todas las lecturas que nos daban, o la mayoría, eran escritas por hombres. Las leía, pero había algo con lo que yo no conectaba realmente, aunque tampoco era consciente de ello, pero había algo que me faltaba. En los últimos años, sobre todo en los últimos cinco, no he leído más que a mujeres, y entonces obviamente me he encontrado en esas narrativas; vi una forma distinta de entender los géneros literarios. Por ejemplo, estoy escribiendo un ensayo que tiene algo de ficción y novela, pero también tiene poesía, o sea, es un texto híbrido. Estoy leyendo mujeres que tienen esa forma de escribir, a muchas mujeres latinoamericanas, aunque también me gustan las escritoras de Europa del Este”.

Hoy día, Gabriela Mier se define como “una mujer que está en una búsqueda como nunca antes había estado”, según dice. “Soy madre, soy socióloga y escritora, sí, pero en este momento lo que me define es que soy una mujer que está en una búsqueda a través de la escritura, o sea, estoy buscándome en las palabras, en mi propio lenguaje oral, porque me hablo mucho a mí misma todo el tiempo. Yo escribo mucho en la cabeza todo el tiempo, escribo muy lento en la computadora; un párrafo me puede llevar muchos días y luego regreso y regreso. Eso me caracteriza. Soy una mujer obsesiva, me gusta regresar y buscar la palabra precisa y los detalles, justamente como lo que busqué en estas crónicas. Eso es lo que ahorita me define, mañana no sé”.

Los podcasts de Contar el lago en un día: Narrativas del universo femenino de la región lacustre de Pátzcuaro ya están en la plataforma Soundcloud y pronto a través de algunas radios comunitarias de la región; en tanto que el libro impreso será presentado en los primeros días de julio en Pátzcuaro.

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.