Morelia, Michoacán, 09 de diciembre de 2024.- Hace más de seis años, específicamente en el año 2018, la fase marcó un antes y un después. Lo hizo, está claro, porque terminó una era de dominación de los grupos conservadores que, a mansalva, saquearon al país con el lastre de la corrupción. Sin embargo, la tesitura dio un giro preponderante bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Apenas comenzó esa nueva era, los cambios sustanciales empezaron a tener repercusiones positivas; los programas sociales, por ejemplo, han tenido gran presencia por el andamiaje de asistencia a miles de familias que, ante la situación de vulnerabilidad, ayudó a mejorar la calidad de vida. El mismo legislativo, comandados por Ricardo Monreal, condujo los trabajos desde el Senado para elevar a rango constitucional la ayuda. Eso significa, a grandes rasgos, que los resultados comenzaron a hacerse visibles con el compromiso de transformación.
Luego de ello, comenzaron a fluir más cambios constitucionales que, a la postre, allanaron el camino para fortalecer el desarrollo económico y, al mismo tiempo, son punta de lanza en otras materias como seguridad, educación, ciencia, campo y salud. Es verdad, luego de las elecciones intermedias del 2021 el panorama cambió un poco; hubo exceso de confianza en muchos distritos que, a su vez, influyeron en la proporción numérica de la cámara de diputados. Morena, como sabemos, dio la batalla en temas cruciales como la reforma en materia energética que, por las condiciones, no se concretó. Tuvieron que pasar tres años más para que AMLO, desde Palacio Nacional, diseñara el Plan C. Y la ciudadanía, como lo hizo en 2018, se volcó en inmensas proporciones para ratificar el cariño al proyecto de la 4T.
Gracias a ello, evidentemente, hoy en día las puertas están abiertas para modificar el marco constitucional no como un capricho, sino como un compromiso irrestricto de la población civil que, a través del mandato popular, ha manifestado su total respaldo a los cambios inminentes que requiere el país. Al poner sobre la mesa temas como la reforma al poder judicial, que por cierto generó un clima de polarización de la derecha, el trabajo se intensificó. El mismo Ricardo Monreal, líder y estratega clave de San Lázaro, organizó los quehaceres y, bajo las condiciones de presión de Norma Piña, sacó avante el tema. De ahí, en adelante, un tramo importante de proyectos continúan caminando por la dirección correcta. De hecho, la fracción parlamentaria de Morena ha velado por los intereses del pueblo de México.
Aunque la oposición diga lo contrario, Morena, que tiene un ejército de legisladores muy comprometidos con la patria, han sacado el temple para defender cada iniciativa que ha propuesto Claudia Sheinbaum. Uno de los diputados que más ha destacado por su labor, evidentemente, ha sido el experimentado Fernando Castro Trenti. Él, que tiene una madurez y currículum impresionante, se convirtió en un operador eficaz de Ricardo Monreal para diseñar las estrategias de posicionamiento en el pleno. Ahora que todo eso es posible, se respiran aires de continuidad en el proyecto de nación que diseñó Andrés Manuel López Obrador. De hecho, la abrumadora aprobación de la presidenta, desde luego, pone de manifiesto el apoyo a las labores que se están llevando a cabo en ambas cámaras.
Hay, de entrada, una conexión muy especial del pueblo de México con la presidenta. Ella, por méritos propios, ha sabido ganarse el cariño de la población civil. Desde luego, esa perspectiva anticipa mejores condiciones de desarrollo económico y, de paso, una estabilidad en la gobernabilidad. Morena, pero sobre todo el gobierno, está en plenitud; la lucidez de la jefa de Estado, sumado al respaldo abrumador, generan un clima de certidumbre para los próximos años que, todo indica, lucen muy favorables para continuar acaparando la atención del mundo. Hoy, por ejemplo, Sheinbaum es una de las 25 mujeres más influyentes del territorio mundial.
Por eso y por muchas razones, la oposición, en su totalidad, se ha visto obligada a montar una estrategia de descalificación que, de manera paradójica, fortalece más la imagen de Claudia Sheinbaum. Ni a López Obrador le cobró factura la andanada que brotó desde el Frente Amplio por México; es decir, no hay nada que pueda poner en entredicho la enorme voluntad de la 4T para poner muy en alto el nombre de nuestra nación. Para tal sentido, la fracción parlamentaria, que tiene la proporción numérica en sus manos, acude al llamado para profundizar los cambios sociales y, con ello, democratizar la división de poderes. El más claro ejemplo, desde luego, fue la reforma al poder judicial y la supremacía constitucional que, como tal, blinda las decisiones del constituyente. De hecho, eso ha generado más apoyo que, a la postre, alargará la vida de Morena en el poder institucional. Eso, en los tiempos que vivimos, es una buena noticia que los mexicanos abrazamos con gusto.
Las reformas constitucionales son, como tal, la base del proyecto de la cuarta transformación. Eso se irá reforzando con el paso de los meses; estos días, de hecho, Ricardo Monreal, con esa visión que tiene, ha prometido un presupuesto responsable para atender el ejercicio 2025 a las causas que más aquejan a los mexicanos. O sea, habrá más salud, educación, seguridad, ciencia y generación de empleos a través de los apoyos. Eso, no tengo la menor duda, es la 4T.