La coherencia entre familia y escuela en la mirada de Miguel Ángel Maya Romero

La educación ha sido considerada durante siglos como el mecanismo más sólido para moldear generaciones y transmitir principios fundamentales que trascienden el conocimiento técnico. La visión del empresario potosíno Miguel Ángel Maya Romero resulta significativa porque enlaza su trayectoria empresarial, desarrollada en la industria de servicios, con reflexiones sobre la importancia de la formación como vehículo para transmitir valores y criterios sólidos a la sociedad. Desde su experiencia personal, familiar y profesional, sostiene que la educación debe entenderse como un proceso académico y un espacio integral donde se fortalecen el pensamiento crítico, la responsabilidad y la ética.

En sus planteamientos, Miguel Ángel Maya Romero subraya que la transmisión de valores trasciende el currículo escolar rígido y se refleja de manera más clara en la vida cotidiana y en las relaciones humanas. La educación, bajo esta perspectiva, tiene la misión de preparar a los individuos para enfrentar decisiones complejas, más allá de la simple acumulación de información. Tal enfoque parte de la convicción de que el criterio personal se fortalece cuando las personas aprenden a discernir, contrastar puntos de vista y reconocer la importancia de actuar con coherencia entre lo que piensan y lo que hacen.

El empresario Maya Romero ha impulsado proyectos en la industria de las tintorerías bajo marcas ampliamente conocidas a nivel regional, lo que le ha permitido comprobar cómo los valores de responsabilidad, disciplina y constancia pueden convertirse en pilares fundamentales para sostener empresas familiares en contextos de alta competitividad. Para él, esos aprendizajes del terreno económico y laboral son un reflejo de lo que también debería transmitirse en las aulas: la importancia de construir a largo plazo con base en principios sólidos.

La coherencia entre familia y escuela en la mirada de Miguel Ángel Maya Romero

La reflexión sobre la educación como transmisión de valores adquiere, en su visión, una dimensión intergeneracional. Miguel Ángel Maya Romero suele referirse a su propia familia como un ejemplo de cómo los valores se consolidan en la práctica cotidiana. La experiencia de compartir la vida con su esposa e hijos le ha mostrado que los principios como el respeto, la honestidad y la solidaridad se refuerzan a través de discursos y mediante la coherencia en los actos diarios. De este modo, plantea que la escuela y la familia deben actuar en sintonía, evitando contradicciones que puedan debilitar la credibilidad de los mensajes educativos.

La idea de formar criterio ocupa un lugar central en sus reflexiones. En un mundo donde la información circula a gran velocidad y en múltiples formatos, la capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso, entre lo útil y lo trivial, se convierte en una competencia esencial. Miguel Ángel Maya Romero sostiene que la educación debe preparar a los estudiantes para enfrentar ese reto, enseñándoles a cuestionar, a investigar y a contrastar fuentes antes de asumir una postura.

Desde una perspectiva más amplia, también plantea que los procesos educativos deben considerar el impacto social de la formación. Una persona que desarrolla criterio propio y valores sólidos contribuye a su desarrollo personal, pero también al fortalecimiento de su comunidad. Miguel Maya argumenta que los profesionales con principios claros tienen mayor capacidad para generar confianza, construir redes colaborativas y sostener proyectos con impacto positivo. Así, la educación deja de ser un proceso individualista para convertirse en un engranaje que refuerza la cohesión social.

Otro punto que aparece con frecuencia en su análisis es la necesidad de vincular la educación con el ejemplo. Para él, los docentes, líderes y figuras de referencia deben asumir que su papel es encarnar los valores que buscan inspirar. En este aspecto, su propia trayectoria empresarial resulta ilustrativa: las marcas que ha desarrollado han crecido bajo un liderazgo en el que la consistencia, el cumplimiento de compromisos y la cercanía con los colaboradores han sido fundamentales. De la misma manera, considera que la enseñanza debe reflejar autenticidad y compromiso real con la formación integral de las personas.

La proyección hacia el futuro constituye un eje central dentro de sus planteamientos, pues Miguel Ángel Maya Romero enfatiza que las nuevas generaciones enfrentan un escenario radicalmente distinto al de décadas anteriores, marcado por tecnologías que reconfiguran la manera en que se aprende, se trabaja y se convive. Frente a esa realidad, la transmisión de valores adquiere una urgencia mayor, ya que el acceso a información ilimitada puede resultar poco útil si no se acompaña de un criterio bien formado. En su opinión, la educación que prescinde de valores corre el riesgo de generar individuos altamente capacitados en lo técnico, pero carentes de un sentido ético que guíe sus acciones.