Comencemos definiendo a que se refieren estos términos; Tradwife se refiere a una versión aesthetic, que recupera los valores de madre y esposa tradicional, es decir una mujer sin poder social, ni político, este no solo resalta desigualdades sino un supremacismo blanco y un antifeminismo, cuyo valor principal es “una vida tranquila, sirviendo” Ellas deben cumplir con belleza y sumisión enalteciendo la hipergamia, ojo no se afirma que ayudar, servir, acompañar sea algo negativo sino el hecho de que sea el único objetivo en tu vida, la lucha feminista reivindica la posibilidad de ser dueñas de nuestras propias vidas y de nuestros propios cuerpos, realizando sueños, deseos, inquietudes pero también una lucha constante contra el monstruo del machismo y el patriarcado también es importante resaltar que las mujeres en México somos una población económicamente activa del 46.7%.
El papel de “esposa tradicional” y madres jefas de hogar el cual hemos llevado a cabo durante décadas actualmente con un porcentaje de 11.5 millones de mujeres, además de mencionar esta doble y triple jornada laboral donde en 2020 se expuso que las mujeres dedican el mismo tiempo a labores domésticas que a sus empleos pagados, entonces la pregunta es ¿Dónde esta el hombre proveedor en México? Estaríamos hablando de una violencia económica y patrimonial, lo que también ha llevado a aumentar los índices de feminicidios.
También esta obligación impuesta para las mujeres de hacerse cargo de hijos e hijas a razón de la ausencia paterna de acuerdo con el Inegi, en México hay 4 millones 180 mil hogares con padres ausentes. Lo que también se manifiesta en una precariedad laboral para las mujeres, inestabilidad, bajos salarios, falta de seguridad social, carencia de derechos y vulnerabilidad junto con un menor acceso a prestaciones y beneficios sociales, exponiendo una enorme inestabilidad laboral.
Muy de la mano con las tradwifes están las MAV a diferencia de las Tradwife las Mujeres de Alto Valor abogan por una hipogamia pero continúan preservando “roles tradicionales impuestos durante siglos a las mujeres” aquí lo que predomina no es tanto el “servir al varón” sino la belleza estereotipada que pueden tener estas MAV y que sirvan de moneda de cambio para también ser ganadoras en una competencia invisible pero real del “ hombre proveedor y atractivo”, se venden cursos en el mundo virtual por hasta $1250.00 dólares titulados “deseada y adorada” vendiendo el falso remedio que consiste en el cotizado premio “tener un hombre” pero tampoco cualquier hombre sino uno con solvencia económica que me de “una buena vida basada en la posibilidad de consumo” pero en un país como México donde la clase baja: es del 56.6% la clase media del 42.2% y la clase alta del 1.2% cabe mencionar que estas clases sociales se diferencian por sus ingresos, condiciones de vida, acceso a servicios y oportunidades laborales. Ser una MAV resulta una fantasía que también vende muy bien, anulando igualmente la conciencia de clase.
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Y por último las pickmeishas quienes se definen como suplicantes de la atención y aprobación masculina a través de todo lo que dice y hace. Las Pickmes serian la contraposición a la frase de Luxemburgo “quien no se mueve no escucha el ruido de sus cadenas” y es que en este momento de la vida en un sistema capitalista depredador ¿Quién no ha padecido una situación de violencia? Como para todavía justificarla a ojos de los mismos violentadores. Quiero hacer énfasis en que esta critica a estos estereotipos de mujeres no es por el hecho de ser mujeres sino por el hecho de estar atrapadas en una sociedad capitalista de consumo, donde se cree que el que más tiene más vale y donde el patriarcado y el machismo siguen vendiendo una falsa idea de aceptación. Estos tres ejemplos enaltecen ideales de belleza y sumisión y no ideales de autonomía y libertad estos constructos sociales actuales buscan continuar con el servilismo de las mujeres por lo que necesitamos ejemplos más libres, no más restrictivos. Porque no hay libertad sin desobediencia. Porque nuestra revolución es la revolución de nuestros deseos y de nuestra consciencia, de nuestros cuerpos y de nuestras mentes, la inseguridad y la violencia restringen nuestra libertad. Citando una canción de los tigres del Norte “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión” o a manera de Virginia Woolf, quien escribió una bella frase que bien podemos aplicar ahora “no hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. No hay una promesa de bienestar económico, reconocimiento social o aprobación masculina que puedas imponer a “Mi Libertad y búsqueda de Justicia Social”.
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