El Partido Demócrata está evaluando seriamente la posibilidad de nominar a la vicepresidenta Kamala Harris como su candidata presidencial para enfrentarse al expresidente Donald Trump en las elecciones de noviembre. Esta estrategia, considerada arriesgada por algunos, busca superar los persistentes desafíos de racismo y sexismo que aún afectan a ciertos sectores de Estados Unidos, los cuales Trump ha sabido explotar a su favor.
Harris, de origen jamaicano e indio, primero deberá consolidar su apoyo dentro del partido. El respaldo temprano del caucus afroamericano del Congreso destaca su importancia dentro de la base demócrata, especialmente entre mujeres y afroamericanos, pilares fundamentales para el partido.
El presidente Joe Biden ha mostrado un apoyo decidido hacia Harris al finalizar su campaña recientemente, instando a la unidad dentro del partido para vencer a Trump en las próximas elecciones. Sin embargo, prominentes figuras demócratas como Barack Obama, Nancy Pelosi y Chuck Schumer aún no han expresado públicamente su respaldo a Harris ni a ningún otro candidato.
Kamala Harris enfrentaría un desafío histórico significativo si es nominada. En la historia de Estados Unidos, solo un presidente afroamericano ha sido elegido: Barack Obama. Además, nunca antes se ha elegido a una mujer como presidenta del país. La campaña de Harris estaría inevitablemente marcada por el tema de la raza y el género, contrastando con Trump, quien ha sido conocido por su discurso populista caracterizado por el racismo, la xenofobia y el machismo.
En opinión de analistas como Yamila Pino, el contraste entre Trump y Harris es innegable. Harris podría hacer historia como la primera mujer negra nominada por uno de los grandes partidos y, potencialmente, como la primera mujer negra en llegar a la presidencia de Estados Unidos, un hito relevante en la política estadounidense.
Si Harris avanza como candidata, es probable que su compañero de fórmula sea un hombre blanco, estrategia comúnmente considerada para atraer a votantes moderados. Nombres como Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, o los gobernadores Roy Cooper (Carolina del Norte) y Andy Beshear (Kentucky) han surgido como posibles opciones.
En resumen, la nominación de Kamala Harris representaría un paso significativo en la búsqueda de la inclusión y la diversidad en la política estadounidense, aunque enfrentaría obstáculos importantes en su camino hacia la Casa Blanca.