Transformando

Durante los últimos seis años vivimos un ataque frontal, como nunca antes se había visto, hacia las instituciones.

Con argumentos que iban desde la corrupción, hasta el salario de los titulares, no se escatimó ni un momento dinamitarlas hasta lograr eliminarlas, de la peor forma, con un Poder Legislativo que, en algunos casos, sigue sin entender, sólo por subirse a la ola de la abdicación.

En ningún momento he dicho que las instituciones funcionaban a la perfección, es más, muchas veces dije que eran perfectibles, pero de ninguna forma se justificaba su destrucción.

Y para entenderlo, explico mi visión de las instituciones.

Su razón de ser es generar contrapesos, establecer lineamientos, sanciones, reglas, para lograr el equilibrio en una convivencia social, económica, incluso política y partidista, instituciones sólidas, significa, que a pesar de sus titulares, éstas no perderán el rumbo ni su razón de ser.

Podemos citar varios ejemplos, uno de ellos, los partidos políticos, un PRI sólido debería ser mucho más confiable que Alito Moreno; un PAN fuerte, debería ser más grande que Marko Cortés; un MC institucional, no sería franquicia de Dante Delgado.

Un Sistema Anticorrupción con recursos señalaría estos actos sin importar el gobierno; un fuerte INE, garantizaría la democracia más allá de los consejeros o de la presión presidencial, así como un Poder Judicial autónomo, mejoraría la impartición de la justicia, independientemente de la forma en que lleguen, magistrados y jueces, ni los ataques desde algun púlpito, incluso el presidencial.

Los países que tienen instituciones sólidas alcanzan una madurez democrática, política, más rápido de lo que lo hacen los países en vías de desarrollo, donde la mayoría de sus gobernantes intentan tenerlas a modo, porque les disgusta la rendición de cuentas y la transparencia.

Con esta reflexión, la pregunta es ¿al diablo las instituciones? O deberíamos tener demócratas que estén buscando corregir lo que está mal, mandar iniciativas para mejorarlas, abrir el diálogo para tener instituciones a la altura de lo que merecemos los mexicanos y no simplemente desaparecerlas.

Si continuamos sin mejorarlas y fortalecerlas, continuaremos en el ciclo en el que hoy está México, cada vez que cambia un régimen acomodan el país a su conveniencia, que muy pocas veces es la conveniencia de la mayoría de los mexicanos.

​“… el mundo al revés, resulta que la mentirosa fue Sara Bruna, exfiscal de Sinaloa y el que dijo la verdad fue el Mayo Zambada …”

¡Es tiempo de los ciudadanos!… ¡que queremos instituciones sólidas!

El autor es mpresario, analista y expresidente de CANACINTRA