Actualmente esta zona, que está contemplada dentro del Centro Histórico, sigue siendo un referente para la vida nocturna de la ciudad.

Arved Alcántara / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Pasó de ser convento a bodega, central de autobuses, foro cultural y artístico, la mitad de ella, estacionamiento público, más tarde, pese a la resistencia que generó en su momento, las oficinas de la Comisaría de la Policía de Morelia, así como un Centro de Atención a Víctimas, que ocupan lo que solía ser la parte frontal Central de Autobuses de la ciudad. Ahora la administración municipal de Alfonso Martínez Alcázar ha reconvertido lo que era la zona de andenes en el Centro Administrativo de Morelia.

Este emblemático lugar, ubicado entre una nueva generación de bares de corte cultural, hoteles, personas dedicadas al sexoservicio, así como restaurantes, cafés y taquerías, fue habilitado como central camionera en 1965, servicio que fue mudado en 2001 para alojar a las empresas de transporte de pasajeros a su actual ubicación, en el Libramiento Norte. Pese a ello, el inmueble es un referente para los morelianos y los visitantes que arribaron a esta ciudad en el siglo pasado.

El edificio original albergó a la orden de las monjas carmelitas aproximadamente tres siglos atrás, cuando esta orden llegó a Valladolid en 1750.

Luego de la Guerra de Independencia y posteriormente con las Leyes de Reforma se exclaustró a las monjas del lugar, pero fue hasta el año de 1929 que se nacionalizó el predio, y posteriormente, en 1939, se instalaron las bodegas de Almacenes Nacionales de Depósito, y finalmente, en 1965, se instaló la Central de Autobuses.

Ubicada entre las calles Eduardo Ruiz, León Guzmán y la Avenida Héroes de Nocupétaro, del Centro Histórico, luego de fungir por más de 30 años como Central de Autobuses, este recinto de cerca de 15 mil metros cuadrados, que equivalen a toda una manzana, estuvo en el abandono por más de una década.

A partir del 2001 pasaron seis años para que una sección del predio fuera destinada a la construcción de un estacionamiento de tres pisos, un proyecto que desde su construcción generó controversia ya que, al no tener el éxito esperado, el Ayuntamiento subsidió al empresario que invirtió en este lugar con una cantidad cercana a los 21 millones de pesos al año.

Luego del fallido proyecto, las inmediaciones de este lugar fungieron como refugio de indigentes y como pizarra para los grafitis, una situación que se mantuvo por algunos años más hasta que a finales de 2015 y principios de 2016, jóvenes artistas de la ciudad comenzaron a reunirse al interior de este edificio y lo tomaron como un improvisado centro cultural.

Durante 2016, el proyecto de los jóvenes que ocuparon este inmueble sin permiso logró reunir a 400 artistas agrupados en 30 colectivos, con lo que conformaron el Centro de Experimentación Plástica y Artística (CEPA), donde impartían cursos de dibujo, pintura, teatro, literatura, danza, cinematografía, música, mismos a los que se podía ingresar por una cooperación 30 pesos.

Durante ese año el entonces abandonado edificio se llenó de coloridos murales, tanto al interior como al exterior, todo el segundo piso del inmueble, la fachada que da a la calle Eduardo Ruiz fue el lienzo de un artista local.

El movimiento que generaron estos artistas fue suficiente para movilizar a la estructura municipal, que no había logrado conformar un proyecto para este abandonado recinto, por lo que, para diciembre de 2016, pese al trabajo realizado por los artistas, fueron desalojados por la Policía municipal junto con la obra que estaba contenida en el interior de este lugar

Posterior a la expulsión de este grupo de artistas, el Ayuntamiento de Alfonso Martínez agilizó la construcción de las oficinas de la Comisaría de la Policía Municipal de Morelia, así como las instalaciones del Centro de Atención a Víctimas, que siguen operando hasta la fecha, en una zona que, irónicamente, es conocida por ser uno de los focos rojos de inseguridad más importantes de Morelia.

Actualmente esta zona, que está contemplada dentro del Centro Histórico, sigue siendo un referente para la vida nocturna de la ciudad, las y los sexoservidores ofrecen sus servicios, además de que al final de la Eduardo Ruiz yace un cine donde se exhiben películas pornográficas. Del otro, le acompañará el nuevo Centro Administrativo de Morelia.