En los pasillos donde aprendieron a curar, escuchar y acompañar, un grupo de jóvenes concluyó este viernes su etapa de servicio social en el Hospital General de Ciudad Hidalgo. No hubo batas blancas manchadas de emergencia esta vez, sino sonrisas, abrazos, miradas de orgullo y promesas de volver como profesionales hechos y derechos.
Durante doce meses, estos pasantes se convirtieron en pieza clave del sistema de salud local: atendieron pacientes, realizaron diagnósticos, orientaron familias y, sobre todo, aprendieron en carne propia el valor de servir. “Aquí no solo se aprende medicina, se aprende humanidad”, compartió uno de los egresados.
En un acto simbólico, autoridades del hospital y jefaturas de diferentes áreas se reunieron para reconocer su esfuerzo. Nutrición, fisioterapia, odontología, psicología, salud pública y laboratorio clínico fueron algunas de las ramas representadas por esta generación.
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Yaraset Dolores Gujón, pasante de Salud Pública, tomó la palabra para agradecer, no solo a los doctores y enfermeras que les guiaron, sino también a los pacientes que, dijo, “nos enseñaron lo que no está en los libros: la paciencia, la empatía y la lucha por la vida”.
Para muchos de ellos, este fue su primer contacto real con el entorno hospitalario. Con turnos largos, emociones fuertes y retos inesperados, cada uno creció a su ritmo, sumando experiencia y vocación.
Al final de la jornada, entre constancias, fotografías y despedidas, quedó claro que la salud no solo se construye con conocimientos, sino con compromiso. Esta generación deja el hospital con más que un diploma: se lleva consigo historias, aprendizajes y el impulso de hacer del cuidado su forma de vida.
Fuente: El Clarín