Morelia, Michoacán, 24 de septiembre de 2024.- Todavía faltan seis años, pero para 2030 la humanidad podría tener una idea más clara sobre si hay vida más allá de la Tierra. La luna Europa de Júpiter ha sido objeto de múltiples especulaciones a lo largo de los últimos años. Ahora la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) quiere enviar la sonda espacial Clipper para determinar si Europa contiene un océano de agua salada bajo su capa de hielo y si se dan las condiciones necesarias para albergar vida.
El proyecto Clipper
El próximo mes de octubre la NASA espera lanzar su sonda espacial Europa Clipper, un artefacto cuyo objetivo no es observar la luna en sí, sino lo que hay debajo: un océano de agua salada líquida con potencial para la vida como en la Tierra. O al menos esto es lo que se cree que se esconde.
Equipado con una batería de nueve instrumentos científicos, Clipper se acercará a Europa en una serie de casi 50 vuelos «a altitudes de máxima aproximación tan bajas como 25 kilómetros sobre la superficie, volando sobre un lugar diferente durante cada sobrevuelo para examinar casi toda la luna» por encima del hielo.
De forma remota, sondeará si hay alguna composición química que pueda albergar vida. Si el agua de ese océano se filtra a través de los conductos del hielo y llega al espacio, Clipper podría incluso ser capaz de detectar microbios.
Así, comprender la naturaleza de la capa de hielo y el océano que está debajo de ella, junto con la composición y geología de esta luna, son las principales metas científicas de la misión, destaca la NASA.
«No somos una misión de búsqueda de vida. Somos una misión de habitabilidad«, dice Robert Pappalardo, científico del proyecto Clipper en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), que gestiona la misión, en declaraciones recogidas por Science, que se hizo eco de la noticia.
Clipper no es una nave cualquiera, sino que se trata de la aventura científica planetaria más cara de la NASA desde la misión Cassini-Huygens a Saturno a finales de la década de 1990, con 5.000 millones de dólares de gasto. También es la nave espacial más grande de una misión planetaria de la NASA, preparada para un entorno hostil de radiación, como es el caso del campo magnético de Júpiter.
Europa, un mundo oceánico
Durante más de medio siglo el foco fue Marte, el planeta rojo, también visto como un desierto rocoso. Ahora, la apuesta es Europa, una luna que consta de rocas silicatadas y una corteza de hielo y agua, con una superfície repleta de grietas y estrías. Su atmósfera es tenue, compuesta por oxígeno. Es, en otras palabras, un «mundo congelado», destaca una publicación de National Geographic, debido a la distancia con el Sol, más de cinco veces la que tiene la Tierra. En tamaño, no obstante, es más diminuta que la Luna.
Así, con la apuesta por un mundo oceánico situado más allá de la tradicional zona habitable del Sol, Clipper supone un cambio radical en la búsqueda de vida. El Telescopio Espacial James Webb ya dio muestras de agua bajo esa superficie de hielo en sus observaciones más recientes al identificar dióxido de carbono procedente de esa región.
Si se descubre que Europa es capaz de hospedar rastros biológicos, se abrirían nuevas fronteras en la búsqueda de vida extraterrestre, en el Sistema Solar y más allá.
«Vamos a hacer algo que no se ha hecho nunca«, indica Margaret Kivelson, física espacial de la Universidad de California en Los Ángeles y miembro del equipo de la misión Clipper, en declaraciones en Science.
«Europa muestra evidencia contundente de que existe un océano de agua líquida debajo de su corteza helada. Más allá de la Tierra, Europa es considerada uno de los lugares más prometedores donde podríamos encontrar entornos actualmente habitables en nuestro sistema solar. Europa Clipper determinará si hay lugares debajo de la superficie de Europa que podrían albergar vida«, recalca la NASA. (CON INFORMACIÓN DE: DW)