Desde sus inicios como una editorial destinada a textos de economía, el FCE ha evolucionado para convertirse en un referente cultural en América Latina
Redacción / La Voz de Michoacán
Morelia, Michoacán. El Fondo de Cultura Económica (FCE), fundado el 3 de septiembre de 1934 por Daniel Cosío Villegas, ha sido una de las instituciones más influyentes en el ámbito editorial de habla hispana. Desde sus humildes inicios como una casa editorial destinada a publicar textos de economía, el FCE ha evolucionado para convertirse en un referente cultural que abarca una vasta gama de disciplinas y géneros, consolidando su legado como un pilar del conocimiento y la cultura en Iberoamérica.
Los primeros años
La creación del FCE no fue casualidad, sino el resultado de la visión y el compromiso de Daniel Cosío Villegas con la educación y el desarrollo intelectual en México. En un país que buscaba consolidar su identidad cultural tras la Revolución Mexicana, el FCE nació con el objetivo de publicar textos especializados en economía, que hasta entonces solo estaban disponibles en inglés o en otros idiomas europeos.
Esta misión inicial se materializó en 1935 con la publicación de sus primeros dos títulos, “El dólar plata”, de William P. Shea, y “Karl Marx”, de Harold Laski, que sentaron las bases de lo que sería un proyecto editorial ambicioso y de largo alcance.
No pasó mucho tiempo antes de que el FCE comenzara a diversificar su oferta editorial. En 1939 inició la colección Ciencia Política, renombrada posteriormente como Política y Derecho, y la colección Historia. Estas colecciones no solo ampliaron el público del FCE, sino que también reflejaron el compromiso de la editorial con la difusión del conocimiento en diversas áreas del saber.
En 1941 se publicaron obras esenciales como el “Ensayo sobre el gobierno civil”, de John Locke, y “Las utopías del Renacimiento”, de Tomás Moro, Tommaso Campanella y Francis Bacon, marcando un hito en la historia del FCE.
Expansión internacional
La visión de Daniel Cosío Villegas y el liderazgo de figuras como Arnaldo Orfila Reynal, quien dirigió la primera filial del FCE en Buenos Aires en 1945, permitieron que la editorial expandiera su influencia más allá de las fronteras mexicanas.
La apertura de esta filial en Argentina fue un paso crucial en la consolidación del FCE como una institución internacional, lo que permitió que su catálogo llegara a más lectores en América Latina.
Durante las décadas siguientes, el FCE no solo amplió su presencia geográfica, sino también su catálogo, abarcando una variedad de géneros y disciplinas. Se crearon colecciones emblemáticas como Tezontle, en 1942, dedicada a la publicación de textos literarios y filosóficos de alta calidad, y Breviarios, una colección que se convirtió en un referente por sus textos breves pero sustanciales en temas diversos.
Legado cultural imprescindible
El impacto del FCE en la cultura y el conocimiento en Iberoamérica es incuestionable. Figuras como José Emilio Pacheco han expresado su admiración por la editorial, reconociendo la influencia que ha tenido en su formación y en la de innumerables lectores.
El FCE no solo ha sido un vehículo para la difusión de obras literarias y académicas, sino también un agente de cambio cultural, capaz de adaptar su oferta editorial a las necesidades y desafíos de cada época.
El emblemático logo del FCE, diseñado por José Moreno Villa, es un símbolo de su identidad y compromiso con la cultura. La editorial ha sabido mantenerse relevante a lo largo de los años, integrando nuevas temáticas y géneros que buscan captar la atención de un público cada vez más diverso y exigente.
En 1991, la creación de la colección A la orilla del viento, dirigida al público infantil, marcó un nuevo hito en la historia del FCE, demostrando su capacidad para innovar y expandir su influencia a nuevas generaciones de lectores.
Innovación y accesibilidad
En su etapa más reciente, iniciada en 2019, el FCE ha adoptado una política editorial centrada en la accesibilidad y la democratización de la cultura. La colección Vientos del Pueblo, con tirajes masivos y precios extremadamente bajos, es un ejemplo de este enfoque, buscando atraer a nuevos lectores, especialmente entre los jóvenes.
Este esfuerzo por acercar la cultura a todos los sectores de la sociedad ha sido complementado por la renovación de otras colecciones, como Breviarios y Popular, que han integrado nuevos géneros y temáticas para captar la atención de lectores contemporáneos.
A lo largo de sus 90 años de historia, el Fondo de Cultura Económica ha demostrado ser mucho más que una editorial; ha sido un faro de conocimiento y cultura en Iberoamérica. Su legado perdura en cada uno de sus títulos, en cada una de sus colecciones, y en la formación de generaciones de lectores que han encontrado en sus páginas una ventana al mundo.