Más de 200 elementos de la banda participaron en la peregrinación y rosarios en honor a la Virgen

Angélica Ayala colaboradora La Voz de Michoacán

Pátzcuaro, Michoacán. El fervor religioso se desbordó durante los festejos en honor a la Virgen Inmaculada de la Salud, miles de fieles durante todo el día y parte de la noche acudieron a la Basílica para venerar y honrar a Saluquita, quien fue bajada de su camarín para que recorriera algunas de las calles del centro histórico de Pátzcuaro, en dónde la gente ya la esperaba, ¡viva la Virgen de la Salud! se escuchaba gritar entre la multitud, ¡Viva!, le respondían, entre aplausos y algunas personas llorando de la emoción la veían pasar.

La fiesta patronal de Pátzcuaro, atrajo a feligreses de toda la región, que acuden a ver a la Virgen de la Salud, patrona de este municipio y de la arquidiócesis de Morelia, con su vestido color azul bordado con hilos de oro, ropaje que cambian las monjas Dominicas, inició su festejo central a las cinco de la mañana con las tradicionales mañanitas donde participan marichis, cantantes de grupos, solistas y la población en general.

Una de las misas representativas y en la cual acuden los pueblos originarios de la Región Lacustre y la Meseta Purépecha, principalmente de la ribera del lago de Pátzcuaro, participan en esta celebración, las vestimentas tradicionales de las mujeres son más elegantes de lo que comúnmente se les ve vestidas, los hombres también portan sus mejores galas, algunos con sombreros, todo el rezo es en su idioma nativo.

Durante todo el día la banda de música toca los valses, sones, abajeños, solo la interrumpen por momentos, los cohetes también anuncian la festividad que desde temprana hora están tronando en el cielo, uno tras otro, las campanas de la iglesia repican con intensidad por tiempos prolongados, las personas llegan al santuario mariano y participan comprando los antojitos regionales que venden en el atrio, tanto al salir o previo a entrar a ver a la Virgen de todos los patzcuarenses.

El momento central del festejo, sucede después de la misa de las seis de la tarde, cuando el sacerdote anuncia que la imagen será bajada de su camarín, para ello, los caballeros de la Virgen de la Salud, cierran las cortinas para poder manipular la imagen y bajarla de su altar, al momento de salir y empezar a descender por las escaleras, ya la gente está aplaudiendo, con gran delicadeza y firmeza llevan a la bendita imagen a la que se le atribuyen muchos milagros.

Con lágrimas rodando por sus mejillas, doña Elia, narra el gran milagro que la virgen le brindó al curarla de un cáncer agresivo en el colón, “recuerdo que tras muchos estudios me dijeron que era cáncer el que tenía y me iban a dar quimioterapias antes de operarme, pero la Virgen me ayudó, recuerdo que antes de irme a la Ciudad de México, vine a ver a la Virgen y tuve la gran fortuna de entrar a su camarín y ahí cerquita de ella, le pedí que me aliviara o que se hiciera su voluntad”.

Con voz entrecortada y secándose las lágrimas, siguió narrando, “cuando llegamos al hospital de Nutrición para que me dieran mi primera quimioterapia, ya faltando un turno y luego yo, me llamaron para pasar antes con el doctor, una de mis hijas iba conmigo y como no queríamos perder el turno, pues nos dijeron que si no íbamos con el doctor no pasábamos”.

Doña Elia, dice, que, al estar frente al doctor, y le explicó que, si bien le habían diagnosticado cáncer y la necesidad de aplicarle quimioterapias, les informó que los resultados de los últimos estudios ya no daban como resultado original, “me dijo que hicieron un estudio minucioso y verificaron todo mi expediente, entonces con términos médicos me dijo que ya no había necesidad de la quimioterapia, pero sí de la operación, para mí es un milagro que la Virgen de la Salud me hizo”, su agradecimiento hizo que su fe hacía Saluquita se incrementara, “ella me dio mi alivio”.

La virgen al salir de su basílica la acompañaron además de los caballeros, las Dama de Honor y demás grupos católicos, así como los monaguillos que durante todo el trayecto no se cansaban de “echarle porras a la Virgen”; así recorrió algunas de las calles principales del centro histórico, parando en los altares que se colocaron de manera estratégica. La Banda Monumental María Inmaculada de la Salud, iba al frente de la peregrinación anunciando que la patrona de Pátzcuaro iba en camino; así también la acompañaron los diferentes grupos de guarecitas y guachos.

Al regresar a su basílica, la imagen es colocada nuevamente en su altar, desde donde escucha la canción que sus fieles le dedican: hay unos ojos que si me miran/ hacen que mi alma tiemble de amor/son unos ojos tan primorosos/ y todos dicen que no te quiero/ yo les digo que mienten mienten/.