Entrevista con uno de los personajes más polémicos de la política mexicana
Emiliano Medina Aguilera / La Voz de Michoacán
El pasado martes 14 de octubre acudí al Senado de la República para entrevistar a José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña. Conocido popularmente como Noroña, es licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana, ha sido diputado federal en tres ocasiones, contendió en la elección interna de Morena por la candidatura a la presidencia de la República y actualmente ocupa un escaño en la Cámara de Senadores.
Como ya es costumbre, comienzo por preguntarle sobre sus aficiones personales. Sabiendo que le gusta leer, le pido que me hable de algunos de sus libros favoritos. El tema le entusiasma al senador, me habla durante un largo rato de sus lecturas más recientes, entre ellas El rostro de piedra, de Eduardo Antonio Parra. Este libro, le resulta importante porque se trata de una novela histórica basada en la vida del presidente Juárez. “Cada que yo siento dificultades mayúsculas pienso: problemas los de Juárez, y los resolvió”, señala.
Me comenta también que presidió el consejo editorial de la Cámara de Diputados durante cuatro años. Ahí, se esforzó por publicar obras tanto de corte liberal como conservador. “Por ponerte un par de ejemplos, justo de este periodo publicamos las memorias de Concepción Lombardo de Miramón, la viuda de Miguel Miramón. Es un gran libro y Juárez sale muy bien librado”, añade.
Me habla también de novelas extranjeras, y menciona como algunas de sus favoritas: Tentación, de János Székely; Los valientes están solos de Roberto Saviano; Un hombre, de Oriana Fallaci; La conjura de los necios, de John Kennedy Toole – al que calificó como “divertidísimo” –; Sin blanca en París y Londres, de George Orwell.
Decido que es un buen momento para llevar la conversación hacia su trayectoria política. Le pregunto sobre su concepción de la política y por qué siempre ha estado ligada a movimientos identificados con la izquierda. “Yo soy un ave rara, no hago política de manera tradicional y nunca he hecho gestión. No la descalifico, pero llegué a la conclusión de que, por más gestión que hicieras, en tiempos de elecciones el gobierno podía dar en un solo golpe cualquier cantidad de cosas mayores a las que tú podías ofrecer. La memoria de la gente es corta. Entonces tendría más influencia cualquier gobierno”.
Recuerda que le tocó enfrentar a gobiernos con un estilo corporativista, primero del PRI y después del PAN. “Eso me hizo ubicarme en la lucha social, en el compromiso con la gente, en la búsqueda de la conciencia a través de la lucha. Esa ha sido mi forma de hacer política desde siempre”.
Habla de sus inicios en el PMS como candidato a diputado federal, después como militante del PRD y vocero durante la campaña de López Obrador en 2006. Posteriormente, en 2009 fue electo diputado federal por el PT y Convergencia, representando a Iztapalapa. “Contra todos los pronósticos ganamos de mayoría; yo siempre he sido de mayoría, a excepción de esta senaduría”.
“Luego volví a ser diputado por el PT en alianza con Morena y el PES. Fui reelegido en 2021 por Morena, PT y el Verde. Aspiré a encabezar el movimiento en 2023 y quedé en tercer lugar. Finalmente, terminé siendo propuesto en la lista de senadores de Morena, partido al que me afilié hace algunos meses”.
Quiero dirigir la conversación hacia un tema trascendental: la relación entre la vida privada y la política. Inicio mi pregunta aludiendo a Cicerón, senador romano practicante del estoicismo que, tras la muerte de su hija Tulia, decidió autoexiliarse y comenzó a cuestionar el código moral estoico. En tal periodo se escribía con un condiscípulo quien le recomendaba no mostrar debilidad política. En esas cartas se leen frases como: “Debes de convencer a todos de que tu dolor es por la caída de la República” o “Tu vulnerabilidad te hace débil ante tus adversarios”. Con este preámbulo, decido preguntarle a Fernández Noroña: ¿Cómo pueden confluir ambas dimensiones, la política y la personal?”
Noroña me responde: “Es imposible no ser vulnerable. Yo crecí en una generación en que la visión en tu casa era que los hombres no lloran o que la letra con sangre entra… Hace algunos meses dije que el cargo de presidente es inhumano, las exigencias son inhumanas. Los demás se burlaron porque creyeron que me victimizaba, pero es verdad. La gente piensa que la profesión política es coser y cantar; en realidad es muy dura porque cada vez es más frágil la frontera entre lo público y lo privado. Creo que nuestro movimiento ha cometido el error de llevar lo privado a la esfera pública”.
Con respecto a la vulnerabilidad personal, el senador recuerda lo difícil que fue una intervención en la que debía hablar tomando el rol de una mujer. “Yo empecé a hablar como si fuera mi abuela – una persona a la que amé con locura – y no pude: me solté a llorar. La gente comenzó a decir que yo había actuado; si así hubiera sido, me deberían dar el Óscar. Sin embargo, creo que con el nivel de politización actual la gente cada vez valora más la sinceridad”.
Quiero entrar de lleno en el terreno político. Le planteo al senador un tema que considero relevante para fomentar el diálogo entre facciones: la polarización. Expongo un análisis en el que identifico que la oposición ha perdido legitimidad, lo cual se refleja en la disminución de votos recibidos. No obstante, considero que Morena peca de soberbia al asegurar que serán mayoría durante muchos años. Aprovecho para preguntarle: ¿Cómo es posible concebir puntos de acuerdo entre facciones con discursos tan polarizados?
Noroña responde: “No es la tiranía de una mayoría, se le llama: democracia. Si tienes mayoría, es democracia, aunque no le guste a la minoría. La polarización no existe. La compañera presidenta tiene 78% de aprobación; ningún régimen democrático lo tiene, es dificilísimo. La polarización es un mantra que maneja la oposición, cuando fueron ellos los que empezaron a decir que Andrés Manuel era un peligro para México desde 2006.
No es arrogancia: estoy convencido de que por décadas vamos a gobernar el país. Ahora, claro que nos haría bien una oposición seria que tuviera un proyecto alterno al nuestro, pero no existe. Yo dije alguna vez – aunque la compañera presidenta me pidió que no lo dijera –que la oposición saldrá de nosotros. Eso sí, faltan décadas, a menos de que cometamos errores gravísimos o atropellemos nuestros procesos democráticos.
La oposición era la Corte; la oposición hoy son los medios, y lo hacen de forma perversa y pervertida”.
Le digo que me deje estar parcialmente de acuerdo. Reconozco las descalificaciones abruptas que ha hecho la oposición, como llamar “narco presidenta” o “narco partido”. Sin embargo, quiero matizar: no creo que todo lo que haga Morena esté bien ni que todo lo que proponga la oposición esté equivocado. Existen preocupaciones legítimas, e insisto en que me gustaría poner énfasis en la conciliación.
“No hay conciliación posible – me responde –. No es un asunto de bueno o malo. Podemos votar en cosas en que coincidamos, y lo hemos hecho. Ese no es un problema. Tampoco es un problema que porque diga algo la oposición no le vas a hacer caso… En 2018, cuando era diputado y discutíamos el presupuesto, Laura Rojas quien era diputada por el PAN, demostró de forma nítida que estábamos reduciendo de manera sustantiva el presupuesto de la UNAM y de las universidades públicas del país. Cuando intervino, les dije a mis compañeros que respondieran, y tuvimos que corregir, porque efectivamente estábamos cometiendo un error. Ese es un buen ejemplo que demuestra que, si la oposición hiciera una tarea seria, podría incidir en las políticas púbicas.
En términos generales, no es un tema sobre tener o no la razón, sino de la ausencia de un proyecto político”.
Con respecto al informe que dio la presidenta Claudia Sheinbaum el pasado 5 de octubre en el Zócalo, le comento al senador que me ha quedado claro que el mensaje político que envía la presidenta es que no romperá con López Obrador. Le pregunto si es posible que exista un rompimiento inverso: ¿López Obrador podría romper con Sheinbaum?
“No lo habrá ni en un sentido ni en el otro. Somos un mismo equipo y proyecto, cada uno con su estilo de gobernar. Quien llegue en 2030 lo hará en el mismo sentido. Cualquiera que intentara un rompimiento iría al suicidio político, porque a todos nos define el mismo proyecto: el humanismo mexicano”.
“La política no la hacen santos, la hacen seres humanos de carne y hueso”. Habiendo hecho este preámbulo, le pregunto: Usted declaró que la carta de disculpa por el viaje a Japón de Andrés Manuel López Beltrán era “malísima”. ¿Por qué lo consideró así?
“Fíjate que yo estaba seguro de que no la había escrito él, por eso dije lo que comenté. Ya había pasado, días antes, que habían filtrado una supuesta carta de renuncia del senador Adán Augusto López Hernández a la coordinación de Morena, previo a un consejo que hubo, en el que Andrés Manuel López Beltrán no estuvo, porque estaba de vacaciones.
Cuando empecé a leer la carta – he querido hacer una crítica similar ahora, con lo que me estuvieron fastidiando del taxi aéreo que tomé – dije: el gobierno de Coahuila filtró las imágenes porque ellos tienen el control del aeropuerto. Y no fui más lejos, pero ellos estaban impedidos legalmente de hacer públicas las imágenes. Yo efectivamente usé el taxi aéreo, si mi única defensa hubiera sido que no debieron hacerlo público, habría sido un argumento muy pobre.
La carta decía: ‘Es que me siguieron, es que me estaban espiando’. Yo pensé: pues es obvio que eso hacen. Entonces me pareció mala en ese sentido y me pareció mal argumentada”.
Por un momento volvemos al tema de la diferencia entre lo público y lo privado: “Si yo gasto un montón en libros, nadie me va a criticar; pero si fueran considerados artículos de lujo, los despreciarían porque no les importa el libro ni el conocimiento. Como los desprecian, yo puedo tener 10 mil libros y nadie me va a criticar, absolutamente nadie. Pero si fueran trajes, sería criticable… El problema no es la fatuidad, sino donde están las alarmas de corrupción. Me parece que no se está atacando eso, sino que se promueve la hipocresía: el no mostrar, el ser discreto… Lo que debe ser austero es la política pública, no la persona. Yo no soy austero, no me da la gana. Yo fui franciscano porque éramos pobres. Podría legítimamente elegir ser austero, pero no me da la gana.
Tampoco soy fatuo: no uso reloj ni cadenas; presidí en pantalón de mezclilla la Cámara de Senadores”.
Es contundente en este tema: considera que la austeridad no puede imponerse, sino que debe ser una decisión personal.
Para terminar, decido preguntarle al senador: ¿Es Noroña un personaje político distinto a José Gerardo Rodolfo?
“Soy el mismo. Desde la secundaria me dicen Noroña. Yo creo que toda persona tiene luces y sombras... La misma persona puede ser valiente y mezquina. Entiendes tus sombras e intentas fortalecer tu parte luminosa. Noroña no es un personaje creado políticamente; las personas tenemos muchas aristas… En todo caso, te confieso algo que nunca había declarado: hay veces que me dan ganas de mandar todo al demonio. No es una profesión sencilla ni algo que siempre sea disfrutable. El trato con la gente, las asambleas, el cariño, el apoyo, todo eso es muy bonito, pero también tienes que lidiar con una gran cantidad de cosas…”.
Cierro la entrevista preguntándole por su futuro: ¿Qué le falta por hacer?
“Mejor te hablo del pasado. Un día mi abuela me preguntó: ‘¿Qué vas a hacer?’. Yo le respondí que dedicarme a la política, a lo que ella contestó: ‘¿Por qué, si tú eres bueno?’.
Hay muchas maneras de incidir: Gandhi nunca fue presidente de su país, Martin Luther King tampoco. Tú puedes tener una idea, pero lo más importante es el proceso de transformación. Si siendo como soy llego a una responsabilidad mayor, bien habido; si no, también. No soy un hombre de cálculos, soy un hombre de principios”.