Con 40 años de trayectoria, el maestro Javier Marín (Uruapan, 1962) ha expuesto su obra en importantes espacios públicos de todo el mundo, así como en renombrados museos
Liliana David, colaboradora La Voz de Michoacán
Con 40 años de trayectoria, el maestro Javier Marín (Uruapan, 1962) ha expuesto su obra en importantes espacios públicos de todo el mundo, así como en renombrados museos: en la Place du Louvre, de París; en The San Diego Museum of Art, de California; en el Museo delle Culture, de Milán, en Les Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique, en Bruselas, y en el Museo del Palacio de Bellas Artes, de Ciudad de México. La lista es tan extensa y vasta como su propia obra. Sin embargo, por primera vez el artista michoacano se prepara para tocar la «gloria», ya que ha sido invitado a diseñar una propuesta artística que permita concluir la fachada principal de la Sagrada Familia de Barcelona.
Después de la catedral de Notre Dame, la basílica diseñada por Antoni Gaudí (1852-1926) es la más visitada en Europa. Se trata de uno de los monumentos arquitectónicos más famosos de España y el reclamo de millones de turistas de todo el mundo que se dan cita en la Ciudad Condal a lo largo del año, para apreciar la obra maestra de uno de los máximos exponentes del modernismo arquitectónico.
En el centenario de la muerte del arquitecto catalán, que se cumplirá en junio del 2026, se prevé no sólo concluir la torre central del templo, que convertirá a la Sagrada Familia en el edificio más alto de la ciudad, sino continuar con los trabajos de construcción de la fachada principal de la calle de Mallorca, llamada la Gloria, que será el acceso principal al sagrado recinto.
El Patronato de la Junta Constructora, dedicado desde hace varias décadas a cumplir con las instrucciones para concluir la basílica como la planeó Gaudí, invitó a Javier Marín, junto con los españoles Miquel Barceló y Cristina Iglesias, a conformar una terna de artistas que deberá presentar sus propuestas individuales hacia finales de este mismo año. Lo hizo por medio de una invitación realizada a través del arquitecto Jordi Faulí.
El maestro Marín estaba de viaje por Madrid cuando recibió un mensaje en el que se le comunicaba el interés de la Junta en considerarlo como uno de los artistas encargados de concluir el proyecto. Tras cerciorarse de que no se trataba de ninguna broma, posibilidad que pasó por su cabeza, como él mismo admite en nuestra entrevista, el escultor se trasladó a Barcelona, diciéndose a sí mismo que al menos podría llevarse una inolvidable visita a esa excepcional maravilla arquitectónica.
No obstante, su nombre hoy da la vuelta al mundo, y es un orgullo tanto para los michoacanos como para los mexicanos que sea uno de los artistas seleccionados para concretar en España la monumental obra. Le extiendo al maestro la enhorabuena por esta gran noticia y me dispongo a hacerle la primera pregunta. Mi intención inicial es tratarlo de usted, por el respeto que me infunde, pero de inmediato me pide que lo tutee, petición a la que accedo.
¿Cómo te sientes ante la posibilidad de ser recordado como uno de los artistas que puede intervenir esta gran joya? ¿Diríamos que ha llegado la gloria también para tu carrera?
Me parece increíble. La verdad es que todavía no me la creo. El hecho de poder colaborar con la obra de un grande, como es Gaudí, es lo que más me entusiasma. El ser parte de un trabajo que dejó planeado para que se concluyera a través de distintas generaciones, en uno de los monumentos más reconocidos en el mundo, la verdad es algo que no me esperaba. Además, Gaudí es un ícono de la arquitectura. Hay un antes y después de él, porque fue de los pocos que supo ver la arquitectura desde otros ojos y ha legado las bases de la arquitectura tal como muchos la conocemos ahora. Su trabajo es genial, fue un parteaguas, y, ¡claro, el que la fachada se llame la Gloria!... La gloria es muy simbólica. Hace poco leí un artículo que reseñaba este acontecimiento, y me gustó mucho porque decía: «Tres artistas para la Gloria».
A propósito del tema, comparto aquí una breve acotación con el maestro Javier y con los lectores, ya que, desde los griegos, la gloria se concebía como algo muy distinto a la fama, pues ésta última se había constreñido a un asunto de los mortales; mientras que la otra apuntaba hacia todo lo que trasciende y alcanza lo divino. De hecho, en la Sagrada Familia la fachada de la Gloria, según la concepción de Gaudí, es la representación de la gloria de Jesús, que asciende hacia el camino que conduce a Dios. Continúo, pues, nuestra conversación…
Tras tu privilegiada visita a la Sagrada Familia, me imagino que ya se ha puesto en marcha tu creatividad para la propuesta que deberás concretar en los próximos meses. ¿Puedes adelantarnos algo de lo que has imaginado?
Tengo muchas ideas en la cabeza, pero es muy difícil hablar de ello hasta que no lo estás haciendo. Estoy seguro de que mi trabajo encajará muy bien con lo que hizo Gaudí, sobre todo por la parte orgánica, que tiene mucho que ver con su arquitectura, con su expresionismo. En ese sentido, creo que mi experiencia es valiosa a la hora de provocar un gran efecto visual. Desde luego, el tema de la representación será complejo, pero hay que irlo resolviendo de la mano de la Junta teológica y la Junta de arquitectos de Barcelona. Son demasiadas cosas para plasmar en la fachada. Primero, tiene que estar representada la Gloria, así como el Purgatorio y el Infierno. Hay mucho trabajo simbólico. Por ello, he estado reuniéndome con la Comisión teológica, platicando mucho sobre el simbolismo de los elementos arquitectónicos, qué es lo que hay que representar y cuál es la historia detrás de lo que tendrá que reflejarse en la propuesta. Por ahora, ya estoy esperando que llegue mi maqueta para comenzar a trabajar. Así que vamos a ver qué pasa. Personalmente, me siento tranquilo y confiado, y aunque los otros artistas son enormes en España, creo que el más figurativo soy yo, así que seguramente no va a estar mal mi idea. No estoy nervioso, estoy muy confiado.
¡Me encanta esa actitud! Seguro que así será. Además, en tu estilo hay una constante alusión a lo espiritual, como una vía para acercarse a la naturaleza, a lo divino. ¿Crees que eso hará tu propuesta más proclive a conciliarse con la dimensión de lo religioso? Gaudí buscó representar la fe, aunque en este caso, de la Iglesia católica…
Yo no soy católico practicante, pero millones de personas en el mundo sí lo son. Y con todo mi respeto lo digo, porque, aunque no comparto la idea de Adán y Eva, sé que hay mucha gente para quien la historia de la humanidad comienza ahí. Yo, por mi parte, intentaré hacer el trabajo lo más apegado a lo que se necesite, a la propia doctrina. Y lo voy a hacer con todo el respeto, apegándome a los detalles, para que quien encuentra todavía la espiritualidad en una iglesia o en una basílica como la Sagrada Familia, ahí la siga encontrando. Hay que dar con los elementos correctos. Y lo digo abiertamente: aunque no soy practicante del catolicismo, entiendo y conozco las historias bíblicas. En mi caso, más bien el arte ha sido la puerta más grande para acceder a la dimensión espiritual. El arte trasciende todas las creencias y religiones. Puedes llegar a ver grandes obras como el Juicio Final de Miguel Ángel, que trascendió todo lo que podía esperarse desde el interior de la iglesia y fue mucho más allá, rebasando la doctrina y volviéndose universal. Me gustaría que eso sucediera con mi trabajo. Ojalá que llegue a tocar más a la gente desde el lenguaje de lo universal.
En efecto, has intervenido muchos espacios al aire libre, explanadas, y eso te ha permitido una conexión única con el público.
Sí, eso tiene mucho que ver, porque a mí me encanta hacer exposiciones, poner obra en espacios públicos. Me gusta mucho el público no especializado que se puede encontrar algo que pueda contemplar en su trayecto diario, en sus recorridos, en la calle. Me inclino por el público masivo, es el que más me gusta, esa gente que hace los trayectos a pie en las ciudades. En este caso, la intervención de la fachada no deja de ser una obra que estará a la vista de millones de personas. Imagínate la cantidad de gente que va a visitar la basílica. Creo que voy a tener el público más grande que pudiera imaginar para crear mi trabajo.
¿Cómo es esto de intentar acabar un monumento que lleva construyéndose desde hace más de 140 años, según el plan original de Gaudí? ¿Qué crees que pensaría de esta terna de artistas interviniendo su obra culmen?
Él tenía todo claro, dejó planeado todo, pues sabía que en vida no iba a poder terminar una obra tan grande. Creo que él mismo se imaginaba cómo tenían que ser las personas que colaboraran para completar su trabajo. Hay gente que estudia mucho más a fondo el personaje de Gaudí. Gracias a ellos sabemos que dejó los lineamientos muy precisos sobre qué tipo de artistas quería que continuaran su trabajo. Si les preguntamos, creo que estaría feliz porque el trabajo se está haciendo con seriedad y está avanzando. Hoy, la maravilla de que tengamos nuevas visiones arquitectónicas, materiales, herramientas, nuevos equipos con la cabeza puesta para encontrar soluciones a lo que dejó esbozado en una maqueta, permite o hace posible que suceda lo que él quería que ocurriera en su proyecto: que su basílica, a simple la vista, pudiera ser disfrutada por la gente desde la primera etapa. Desde que empezó a construir una de las primeras fachadas, Gaudí tenía mucho interés en que la gente, desde la primera piedra, se entusiasmara. Y el hecho de que haya estado abierta durante todos estos años es simplemente por esa noción que él tenía: que la gente pudiera ir, conmoverse y dejarse envolver por su arquitectura.
La Sagrada Familia
La Basílica de la Sagrada Familia es un resumen en piedra de la fe cristiana. Si quien entra en ella profesa una religión que no es la cristiana o no profesa ninguna, entenderá cuáles son los pilares básicos del cristianismo. Toda la edificación, tanto la parte que está construida como la parte que está en fase de construcción, expresa la fe en un único Dios. Se trata de una basílica excepcional, tanto en lo que se refiere al origen y la fundación como en cuanto a los propósitos. Fruto de la obra del genial arquitecto Antoni Gaudí, a quien se le encargó la obra cuando tenía 31 años, fue un proyecto impulsado por y para el pueblo, y ya son cinco generaciones las que han ido viendo la evolución del templo en Barcelona, desde la colocación de su primera piedra en 1882.
Liliana David es Doctora en Filosofía por la UMSNH. En 2001, comenzó su trayectoria como periodista cultural en los principales diarios del estado (Provincia, Sol de Morelia y La Jornada Michoacán). Del 2006 al 2013, fue reportera de la sección de cultura en La Voz de Michoacán y, tras siete años de diarismo, inició sus estudios de posgrado en la Maestría en Filosofía de la Cultura de la UMSNH, participando en Congresos y Seminarios internacionales tanto en México como Argentina y España. Desde el 2021, colabora en larevista española Contexto (Ctxt) y en Diario Red. Ha publicado en el libro colectivo Ctxt, una utopía en marcha, editado bajo el sello de Escritos Contextatarios. Actualmente, tiene interés en la investigación de las relaciones entre la literatura y la filosofía, la identidad y la migración, así como en la divulgación del pensamiento a través del periodismo.