En la recta final de la campaña, la candidata de MC al Congreso local se adentró al mundo del espectáculo charro-taurino de la zona rural de Morelia

Javier Favela / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. A semejanza de los frágiles jinetes del jaripeo, Mónica Ferreyra García se aventó al ruedo de la campaña electoral para enfrentar a unas bestias aparentemente bravas e indómitas.

La candidata naranja al Congreso del Estado actualmente está lidiando contra dos aplastantes máquinas de reparo que también embisten, atropellan y levantan terregales, la de Marco Polo y la del hermano del alcalde Alfonso Martínez, en la disputa por la diputación local del Distrito 10 de Morelia.

En la recta final de la campaña, Ferreyra se adentró al mundo del espectáculo charro-taurino de la zona rural de Morelia, a invitación de los organizadores, con 16 toros jineteados en total en las plazas redondas de Santiaguito, de Carupo y de Teremendo.

Lejos de llenarse de adrenalina como lo hace la afición jaripeyera, la excatequista de las colonias del Quinceo se soltó rezando en silencio en cada monta de toros, deseándole al adolescente en turno que saliera ileso del ruedo. “Que Dios te acompañe”, les expresaba la candidata, antes de ver al jovencito jugarse la vida durante dos eternos minutos, entre brincos y reparos escalofriantes.

El chiste del jaripeo es no caerse del toro y aguantar hasta cansar a esas bestias de una tonelada. Es la única distracción en el campo, donde no hay Cinépolis ni plazas comerciales Altozano ni Polyforums de arte y cultura. “Esta es la única distracción por acá”, confirmó Alicia Cuamba Huape, integrante del comité de desarrollo comunitario de Teremendo.

No hubo muertes fulminantes ni lisiados de por vida, aunque sí algunos magullados en los jaripeos organizados por los ejidos, con la presencia y apoyo de las Ganaderías Los Álamos y La Colmena, así como del empresario Gregorio Delgado, quien aportó toros de reparo y vaquillas de lazar. Lo normal es testimoniar cómo salen corneados, pisoteados, revolcados, fracturados y hospitalizados. “Cuando hay golpeados, heridos y maltratados, la gente dice que estuvieron buenísimos los toros”.

Ferreyra cerró campaña en la plaza principal de Teremendo este fin de semana. Eréndira Huape, jefa de tenencia, le hizo honores de bienvenida. Ahí estaban además Evelia Ramírez, ex oficial del Registro Civil de Teremendo; Aurelio Tapia, cronista del pueblo; Sara Floriano, candidata a jefa de tenencia.

La abogada agraria fue invitada a dar unas palabras en los jaripeos, donde tronaba contra los soberbios y los arrogantes bajados de Altozano que ya tienen cansado al campo. “Ya se van y ahora vienen otras voces, las herederas de la tierra. Hay mucho que gestionar. Hay que dar la pelea por los presupuestos del campo en el Congreso”.

Con los jaripeos, Ferreyra confesó que no siente adrenalina, sino espanto. Sin embargo, son una catarsis comunitaria y una válvula de escape ante el abandono oficial y la marginación social. Una catarsis con alcohol, gran algarabía y estridencia musical de las bandas revienta tímpanos. “Me identifico con la valentía y con el aplomo de esos frágiles jóvenes que desafían a la bestia monstruosa, aguantando sus reparos, hasta hacer que se canse el animal para llevarnos las palmas y la gloria en una faena electoral”. Se identifica también con el maltrato por las asoleadas y ampollas reventadas durante los recorridos domiciliarios y en las cabalgatas como la que recientemente realizó en las avenidas Quinceo, Guadalupe Victoria, Libramiento y Torreón Nuevo, acelerada con los tenis fosfo.