La tranquilidad de un hospital público se transformó en escenario de una tragedia inimaginable. Brenda Agüero, una joven enfermera del Hospital Neonatal Ramón Carrillo, fue condenada a cadena perpetua tras ser hallada culpable de asesinar a cinco recién nacidos y atentar contra la vida de otros ocho, entre marzo y junio de 2022.
El caso estremeció al país y dejó profundas heridas en la comunidad médica y en las familias afectadas. Agüero, quien trabajaba desde hacía poco más de un año y medio en el hospital, fue descubierta tras un patrón de muertes inexplicables de bebés sanos, que comenzaron a alarmar al personal especializado.
La primera señal de alerta surgió el 6 de junio de 2022. Ese día, dos neonatólogas observaron la muerte súbita de una bebé, Angeline, sin causa clínica aparente; dónde horas más tarde, otra recién nacida, Melody, falleció en circunstancias similares. La coincidencia, lejos de parecer un accidente, encendió las alarmas. Los médicos acudieron a la justicia para denunciar lo que ya temían: alguien dentro del hospital podría estar quitando la vida a los bebés.
Autopsias posteriores revelaron un patrón alarmante: niveles mortales de potasio en los cuerpos de las víctimas, sustancia que en altas dosis puede provocar paro cardíaco casi instantáneo.
Testimonios de madres y familiares comenzaron a apuntar a una misma persona: Brenda Agüero, en el que varios relataron cómo sus hijos fueron llevados por ella para presuntas revisiones médicas, momentos antes de que ocurrieran los fallecimientos o colapsos. La secuencia de hechos, cruzada con horarios, turnos y evidencia forense, permitió construir un caso sólido en su contra.
El fiscal Raúl Garzón reveló el escalofriante patrón de la acusada: seleccionaba a bebés completamente sanos, lo que reducía la posibilidad de que se sospechara de complicaciones médicas. Una vez con ellos, les inyectaba insulina o potasio, lo que derivaba en muertes rápidas, pero no evidentes sin una investigación minuciosa.
Tras más de diez horas de deliberación, el jurado encontró a Brenda Agüero culpable de cinco homicidios calificados y ocho intentos de homicidio, donde fue sentenciada a prisión perpetua. De los bebés que sobrevivieron a los ataques, dos enfrentan secuelas irreversibles.
Este caso ha encendido un debate en Argentina sobre los protocolos de supervisión dentro de hospitales públicos y la necesidad de fortalecer los mecanismos de alerta para prevenir abusos dentro del personal médico.
Las familias de las víctimas, aunque aliviadas por la condena, enfrentan un duelo que no puede ser reparado. “Nos quitaron a nuestros hijos en el lugar que debía cuidarlos”, expresó una madre durante el proceso judicial.
El caso Brenda Agüero quedará como una de las tragedias médicas más graves de la historia reciente del país, recordatorio de que incluso en los espacios destinados a la vida, puede ocultarse el horror.
Fuente: El Heraldo de México