En seis años, nunca dejó de hablar para sus seguidores, para defender a los políticos de su partido, a quienes regalaba frases como “El pueblo se cansa de tanta pinche tranza”
Redacción / La Voz de Michoacán
Ciudad de México. Desde los primeros días de su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador marcó la diferencia en la estrategia comunicacional con sus predecesores e impuso su propio mecanismo para fijar la agenda: las conferencias mañaneras.
Logró replicar el modelo que utilizó entre 2000 y 2006 a su paso por la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, cuando las conferencias eran a las 6:00 horas, y obligó a gobernadores, alcaldes, funcionarios del gabinete, legisladores, empresarios y hasta jefes de Estado a levantarse más temprano.
“Los pedacitos de suerte siempre se reparten como a las 5, 6 de la mañana, ya el que se levanta más tarde ya no alcanza ni un pedacito”, recetaba el 23 de mayo de 2019, y así lo hizo durante mil 423 mañaneras.
El Presidente hizo del antiguo Salón de la Tesorería su propio campo de beisbol; el atril con el escudo nacional se convirtió en su caja de bateo, y las sillas enfrente en el montículo del lanzador, la prensa, uno enfrente del otro.
"Una más porque me tengo que ir. Y con su mano designaba al pitcher la mañana del 4 de abril de 2019. En el salón, al menos un centenar de periodistas".
La reportera seleccionada toma el micrófono, lanza una pelota caliente: “Presidente, dos preguntas… Saber si usted comparte las declaraciones de Barack Obama en España sobre si las personas con miedo son las que construyen muros en referencia a Donald Trump”.
El Presidente ya estaba listo para dar un jonrón: “Bueno, la primera, no… Lo que diga mi dedito. Vamos a batear, aunque sea teóricamente, me gustaría batear en una práctica de béisbol, pero no he podido, antier fui un ratito al campo de la universidad, no fui a Tranviarios…” y así este bateador experimentado logra recorrer todas las bases.
Y lo que empezó como juegos amistosos, a veces se tornaron en duros encuentros:
“¿Saben qué llegó a decir Gustavo Madero? Dice: ‘Le muerden la mano a quien les quitó el bozal’. Eso no se lo perdonaron, nunca. Por eso se ensañaron en él, primero en Gustavo Madero y luego en su hermano”, declaraba el 31 de octubre de 2019, justo en la conferencia para dar detalles de la captura y liberación de Ovidio Guzmán.
O cómo no recordar partidos que protagonizó con el periodista Jorge Ramos o con Denisse Dresser en enero de 2020. "Tenemos aquí a una periodista nos acompaña, una periodista profesional Denisse le vamos a dar la palabra", y le daba la palabra a la periodista en enero de 2020.
"Buenos días señor Presidente… ¿Se compromete a que no se hará un uso faccioso del aparato del estado para perseguir a una persona como a veces parecería que ocurre desde esta tribuna?"
"Pero empezar, lo que dices no es cierto, respondió el mandatario, tirándole duro a la primera bola".
En seis años, nunca dejó de hablar para sus seguidores, para defender a los políticos de su partido, a quienes regalaba frases como “El pueblo se cansa de tanta pinche tranza”, el ya famosos “me canso ganso”, o con sus clases de historia.
El mecanismo de comunicación gubernamental se replicó en las distintas entidades del país, en Sonora, con Alfonso Durazo; en Michoacán, Alfredo Rámirez; o en Veracruz, Cuitláhuac García.
Aunque el Presidente siempre estuvo al bate y sin una alineación permanente, cada semana, dejaba jugar a sus “bateadores de línea”, en su momento Ricardo Sheffield, Alejandra Reynoso Sánchez en Profeco, o para la distribución de programas Ariadna Montiel, con pocos ponches y habilidad para extender el juego.
Otros como Hugo López Gattel, Zoe Robledo, Luisa Maria Alcalde, Roman Mayer, Olga Sánchez Cordero, salían al bate, generalmente con un swing corto, una zona de strike pequeña, buena velocidad, golpes concisos.
Y por supuesto los “bateadores de potencia” como Luis Crescencio Sandoval, Rafael Ojeda, o el canciller Marcelo Ebrard, estos tipo de bateador más escaso, en las grandes ligas -por ejemplo- suelen ser los más cotizados, pero garantizan público en las gradas y finales de altura.
Durante seis años, la conferencia se convirtió en una oficina de gobierno con cámaras de televisión y transmisión en vivo.
Sirvió para dar información en momentos cruciales, como la pandemia de covid-19, desde la propagación de los contagios, la hospitalización, o la vacunación, o bien el estatus de la rifa del avión presidencial, el destino de las propiedades incautadas al crimen. O presentar bandas musicales.
"Vamos a comenzar con ellos y luego tratamos el tema de seguridad, el informe de seguridad… Gracias.. nosotros somos 'Patitas de Perro'… y esto está dedicado a los niños y niñas… y dice así: ‘1… 2… 3… cuando era chiquito mi mamá me regañaba…"
Siempre macaneando arriba de 300, con “cabeza fría y corazón caliente”. Aunque como en el beis, largos partidos que podían prolongarse hasta los 153 minutos, para un total de dos mil 932 horas de transmisión en seis años.