De nuevo, África se lleva la peor parte, con un 58.9 % de su población sufriendo inseguridad alimentaria moderada o grave, por encima de la media planetaria de un 28 %
Adís Abeba. - Un 8.2 % de la población del mundo experimentó hambre en 2024, un ligero descenso respecto al 8.5 % de 2023 y el 8.7 % de 2022, pero el hambre siguió subiendo en la mayoría de regiones de África y en Asia occidental, según un estudio publicado este lunes por cinco agencias de las Naciones Unidas.
Según el informe anual sobre "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo", una estimación de 673 millones de personas sufrieron hambre el pasado año, lo que supone 15 millones menos que el anterior y 22 menos que en 2022.
Esta mejora se explica por los progresos observados en Sudamérica, el sur de Asia y el sudeste asiático pero contrasta con el "aumento constante" del hambre en la mayoría de regiones de África y en Asia occidental, donde el porcentaje de personas que padecen hambre superó el 20 % y alcanzó el 12.7 %, respectivamente.
Así, el informe proyecta que hasta 512 millones de personas en todo el mundo podrían sufrir desnutrición crónica para 2030, de las cuales casi el 60 % se encontrarían en África.
El documento fue presentado este lunes en Adís Abeba, en la primera jornada del Segundo Balance de la Cumbre de la ONU sobre los Sistemas Alimentarios (UNFSS+4), y fue elaborado por cinco agencias: la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef).
África y Asia occidental, las regiones más golpeadas
"La situación en África y Asia occidental es el resultado de factores estructurales y perturbaciones importantes, que se han identificado como determinantes clave de la desnutrición", dijo en declaraciones el economista jefe de la FAO, Máximo Torero.
"En primer lugar, estas regiones están afectadas por conflictos, como los que suceden en Sudán y en Gaza, y, en segundo lugar, se han visto afectadas por fenómenos meteorológicos extremos, como las graves olas de calor en Sudán y Somalia, las lluvias erráticas y torrenciales en África oriental y las sequías en África meridional", añadió.
Como tercer motivo, Torero citó la "desaceleración y recesión económicas" impulsadas por el "estancamiento" del crecimiento y la producción a causa de problemas como la falta de inversiones.
A nivel global, después de que se disparara la inseguridad alimentaria -la dificultad para conseguir comida- en todo el mundo tras la pandemia del coronavirus, se ha observado una bajada "gradual" desde 2021, hasta registrarse en 2024 unos 2,300 millones de personas que sufrían inseguridad alimentaria moderada o severa.
Estas cifras, sin embargo, siguen estando muy por encima de los niveles registrados antes de la covid-19: en concreto, 335 millones de personas más que en 2019 y 683 millones más que en 2015.
De nuevo, África se lleva la peor parte, con un 58.9 % de su población sufriendo inseguridad alimentaria moderada o grave, por encima de la media planetaria de un 28 %.
En cuanto al estado nutricional de los niños, solo el retraso en el crecimiento ha experimentado una mejora significativa, según el informe: del 26.4 % en 2012 a un 23.2 % en 2024.
Aunque ninguna región ha experimentado un empeoramiento en la prevalencia de la emaciación infantil desde 2012, "todos los indicadores de nutrición infantil necesitan un progreso acelerado para alcanzar los objetivos" marcados para 2030.
La inflación en el precio de los alimentos
El estudio documenta también cómo las políticas impulsadas para responder a la crisis desatada por la covid-19 -centradas en amplias intervenciones fiscales y monetarias- aceleró el aumento de los precios de los alimentos, algo agravado por la guerra de Ucrania y por los fenómenos climáticos extremos.
Así, desde 2020, la inflación del precio de los alimentos ha superado sistemáticamente la inflación general, una diferencia que alcanzó su máximo en enero de 2023, cuando la primera se situó en 13.6 %, muy por encima de la inflación general global del 8.5 %.
Esta subida de los precios de los alimentos golpeó incluso más a los países de bajos ingresos, donde la inflación alcanzó un máximo de un 30 % en mayo de 2023.
"El aumento de los precios de los alimentos socava de manera desproporcionada la seguridad alimentaria en contextos de desigualdad, donde las disparidades estructurales en materia de ingresos, género y geografía amplifican tanto la exposición a la crisis como los obstáculos para una respuesta efectiva", subrayó el informe.