Morelia, Michoacán

El Fandango es exorcismo. Así lo describe el maestro Josafat Nava, coordinador del centro El Tecolote Tradicional, un espacio dedicado a la enseñanza de la música tradicional mexicana. Josafat, un hombre al que se le atribuyen cualidades de mago y hechicero, ha dedicado su vida a revitalizar la cultura calentana a través de la música y el arte.

En el centro El Tecolote Tradicional, cada sábado es una oportunidad para el fandango, donde la comunidad se reúne para celebrar, bailar y exorcizar sus penas a través de la música. “Después de un fandango, te curas,” asegura Josafat. Para él, y para muchos en la Tierra Caliente, el fandango es más que una fiesta; es un acto de resistencia cultural y una fuente de renovación espiritual.

El maestro Nava fue homenajeado en el marco del doceavo encuentro de Música Tradicional “Verso y Redoble” organizado por el Centro Cultural UNAM Morelia, el cual tendrá actividades (conciertos, talleres fandangos, charlas cine y más) desde este 6 de junio hasta el próximo 22 de junio en ocho municipios michoacanos.

“El Tecolote es como mi tesis de doctorado,” afirma Josafat con una mezcla de orgullo y humildad. Este centro cultural, que fundó y dirige, se ha convertido en un bastión para la preservación y florecimiento de las tradiciones musicales de la región. “Utilizamos la magia,” dice con naturalidad, “hacemos hechizos a través de la música.”

Para Josafat, la magia se manifiesta en cada instrumento, en cada verso de la décima que compone y en cada tamborita que toca. Explica que la elaboración de estos instrumentos no es tarea sencilla ni rápida; una tamborita puede costar hasta cinco mil pesos debido a la complejidad y el tiempo necesario para crearla. “Tiene que tardar entre 40 y 60 años de vida en la tierra”, explica, refiriéndose a los troncos de parota utilizados para su construcción.

El proceso es casi ritualístico: el secado al sol, la curación al agua, y la selección precisa de los parches de chiva y chivo, cada uno proporcionando un sonido único. “Es una brujería,” añade, destacando el cuidado y la tradición implicados en cada paso del proceso.

La dedicación de Josafat a su misión quedó demostrada en 2011, cuando un incendio devastó El Tecolote. En lugar de sucumbir a la desesperación, reconstruyó el centro en sólo seis meses. “El Tecolote es una idea, y las ideas no se queman,” afirma. Este espíritu indomable refleja no solo su carácter, sino también la esencia misma de las tradiciones que busca preservar.

Desde su llegada a la Tierra Caliente en 1980, Josafat ha sido testigo y partícipe de un renacimiento cultural. Con la fundación de Los Nietos de Don Juan Reynoso y la revitalización de la música tradicional, hoy en día existen más de 30 grupos de música calentana, la mayoría compuestos por jóvenes. “Revitalizamos la música a partir de nuestra llegada,” dice con orgullo.

La importancia de esta música radica no solo en su belleza, sino en su capacidad para unir a la comunidad y sanar el alma. “El fandango es el exorcismo,” afirma Josafat. En estos eventos, la música, el baile y la convivencia bajo la naturaleza actúan como un bálsamo para las tensiones y las preocupaciones, purificando el espíritu de quienes participan.

En un mundo donde los géneros musicales modernos atraen cada vez más a la juventud, Josafat destaca la vital importancia de mantener viva la música tradicional. En la Tierra Caliente existen al menos 23 géneros musicales diferentes, una riqueza cultural que, es crucial preservar. “Mi magia es hacer músicos sin ser músico, hacer bailadores sin bailar, hacer poetas sin serlo yo,” dice, encapsulando su misión de transmitir estas tradiciones a las nuevas generaciones.