El atlas que analiza cómo se desarrollan embriones de ratón, conejo y mono ha sido creado por un equipo internacional
El caos parece ser una fuerza primordial para generar la complejidad en los seres vivos, así lo señala una investigación, según la cual las divisiones y movimientos celulares para la formación de un embrión en mamíferos son muy caóticos, pero al final todos se acaban pareciendo entre sí.
Un nuevo atlas exahustivo sobre la morfogénesis temprana de los mamíferos (proceso por el que el embrión va adquiriendo la forma que le corresponde según su especie) propone un modelo físico que explica cómo un embrión construye una estructura a partir del caos.
El atlas que analiza cómo se desarrollan embriones de ratón, conejo y mono ha sido creado por un equipo internacional, que publican su estudio en Science.
Tradicionalmente se creía que la variabilidad de cuándo y cómo se dividen las células durante el desarrollo de un embrión era un obstáculo que había que regular.
Sin embargo, la nueva investigación señala que esa aleatoriedad "en realidad ayuda a los embriones a desarrollarse correctamente”, según el primer firmante del estudio Dimitri Fabréges, del Instituto de Hubrecht (Holanda).
Tras la fecundación de un óvulo se desencadenan una serie de divisiones celulares, llamadas escisiones, es decir, una célula se divide en dos, luego dos se convierten en cuatro, estas en ocho y así sucesivamente.
Finalmente se crea una estructura organizada, el blastocito, a partir de la cual se desarrollarán los órganos y tejidos.
En algunos animales, como el C. elegans -un gusano nematodo-, las divisiones están extremadamente bien reguladas y orientadas de la misma manera en los distintos embriones, dando lugar a organismos que tienen todos el mismo número de células.
División aleatoria
Sin embargo, en las especies de mamíferos, parece que las divisiones son mucho más aleatorias, tanto en el momento como en la orientación, lo que plantea la cuestión de cómo prosigue el desarrollo embrionario reproducible a pesar de este desorden.
Los datos del estudio mostraron que las células se dividían aleatoriamente hasta que llegaba a la fase de ocho células, un estadio en el que todos los embriones empezaban a parecerse.
Dos de los miembros del equipo, el español Bernat Corominas-Murtra, de la Universidad de Graz (Alemania) y Edouard Hannezo del Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria, ambos físicos teóricos, se propusieron comprender el proceso desde el punto de vista teórico.
La forma de un embrión es muy complejo, lo que dificulta determinar qué significa que dos de ellos sean similares o diferentes, por lo que redujeron esa complejidad estudiando las configuraciones de los contactos entre células.
“Creemos que podemos deducir la mayoría de los detalles importantes sobre la morfología de un embrión comprendiendo la disposición de las células o sabiendo qué células están conectadas físicamente, de forma similar a las conexiones en una red social”, en palabras de Corominas-Murtra.
Cubo de Rubik
Los científicos crearon un modelo físico sencillo de cómo los embriones convergen hacia una forma reproducible para concluir que las células tienden a pegarse cada vez más y este proceso aparentemente simple conducen al embrión a través de reordenamientos sucesivos hacia la estructura más óptima.
Es como si lo embriones resolvieran su propio cubo de Rubik, explica con una comparación un comunicado del Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria.
El estudio proporciona una visión destallada de cómo el desarrollo de los embriones de mamíferos se rige por la variabilidad y la robusted; sin caos no hay estructura, una necesita a la otra, agrega la nota.
Ambas son partes esenciales de lo que constituye un desarrollo “normal” y al conocer mejor el aspecto de la normalidad, se obtiene también sobre las anomalías, lo que puede ser útil en ámbitos como la investigación de enfermedades, la medicina regenerativa o los tratamientos de fertilidad.
Hannezo destacó que “por fin empezamos a tener herramientas para analizar la variabilidad de la morfogénesis, que es crucial para entender los mecanismos de la robustez del desarrollo” y agregó que el azar parece ser una fuerza primordial en la generación de complejidad en el mundo vivo.