Morelia, Michoacán, 29 de octubre de 2024.- La discusión sobre la ciudad centra su atención en gran medida en la denominada movilidad urbana, consistente en todo lo concerniente al movimiento de personas, bienes y productos que garantizan el funcionamiento social y económico de una ciudad. Hoy en día, los diferentes medios de transporte son fundamentales para respaldar el crecimiento económico, crear empleo y conectar a las personas con servicios fundamentales como salud, educación y abasto.
Por lo anterior, cada persona, en la medida de sus posibilidades, ha buscado resolver, de acuerdo con sus recursos económicos, sus necesidades de movilidad, sea con automóvil, motocicleta, bicicleta o caminando. Por su parte, el gobierno busca solucionar las necesidades de movilidad a través de concesionar a particulares medios de transporte como camiones, taxis, “combis o rutas”, etcétera. En buena medida, esto ha propiciado que, por un lado, el gobierno desatienda de las necesidades de los ciudadanos y, de forma simultánea, los intereses personales de los concesionarios también se antepongan a las necesidades de los habitantes de la ciudad.
El resultado de esta lucha de intereses y sus consecuencias lo observamos en nuestra vida cotidiana, cuando vemos la cantidad de rutas de transporte que pasa por una misma calle, o los conflictos entre taxista y operadores de plataformas como UBER. Así como anarquía observable en las diferentes “terminales informales” que se han generado en todas las salidas de la ciudad, donde los camiones de pasajeros realizan ascenso y descenso de pasaje o incluso los taxis cubren funciones de traslado a localidades cercanas.
Al parecer, las necesidades de movilidad han cambiado constantemente, incluso algunas empresas o instituciones educativas han desarrollan sus propios medios de transporte para garantizar la movilidad de su personal o alumnos. De igual forma, las modalidades de movilidad se han ido modificando con el tiempo. En la CDMX hasta 1969 existieron los tranvías eléctricos (trolebuses) que fueron sustituidos por el metro; y ahora se incorporó el denominado metrobús, que son transportes semimasivos denominados BRT (en inglés, Bus Rapit Transit), de forma similar al que funciona en otras ciudades; posteriormente la inclusión de autobuses eléctricos, así como la modalidad de un Teleférico, tal y como ahora se pretende desarrollar en Morelia.
El verdadero reto que enfrentan las ciudades es la conformación de un Sistema Integrado de Transporte Público, en el que los diversos servicios de transporte de pasajeros se vinculen de forma tal que generen una sola red, que haga posible que los habitantes de una ciudad dispongan de diversas opciones para sus distintas modalidades de desplazamientos. En otras palabras, se debe garantizar que una persona pueda utilizar, para llegar a su destino, una combi, camión, BRT o teleférico y bajo una misma tarifa.
Se trata de hacer complementarios los modelos de transporte. Por ejemplo, en algunas ciudades los autobuses o el metro, cuentan con adaptaciones mecánicas que permiten a los usuarios trasladarse con sus bicicletas, para después de recorrer grandes distancias y posteriormente utilizar su bicicleta en traslados cortos. Pero la complementariedad no sólo es operativa, sino que involucra lo tarifario a fin de establecer precios accesibles a la población y facilitar cambiar de modos, medios y rutas con una tarifa única. Incluso en viajes en los que se requiera utilizar diferentes modalidades de transporte el usuario debería de pagar sólo un boleto.
Morelia, enfrenta no sólo la imperiosa necesidad de reorganizar sus rutas del transporte concesionado a privados, mal llamado transporte público, sino la integración funcional y tarifario con el Teleférico y el BRT, además de la red de ciclovías y las diferentes modalidades de taxis o vehículos de renta en plataformas con UBER. De no hacerlo, el potencial beneficio de los diferentes medios de transporte, no importa que tan modernos sean, será mínimo e irá decreciendo con el tiempo, obligando a mayores inversiones en infraestructura y lo que es peor, aumentando la dependencia hacia el automóvil.