Además de las afectaciones por la industria del aguacate, otro de los factores que pone en riesgo al lago son los metales pesados que provienen de los procesos de fabricación de las artesanías de cobre.

Abril García / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. A pesar de que la atención mediática y gubernamental se ha concentrado en la sequía del Lago de Pátzcuaro, ejidatarios y comuneros han denunciado que una situación similar ocurre con el Lago de Zirahuén, donde calculan que alrededor del 30% del agua ha sido extraída por pipas irregulares para regar los cultivos de aguacate y de berries.

Durante el conversatorio realizado organizado por el Colegio de Michoacán, Juan José Alcaráz Padilla, comisariado de la Comunidad Indígena de Zirahuén, reveló que la principal problemática alrededor del lago no es la contaminación, sino las extracciones del agua por parte de la industria aguacatera y el cultivo de los llamados frutos rojos, tales como arándano, zarzamora, frambuesa y fresa.

De acuerdo con Pablo Cruz González, comisariado del Ejido de Chapa, estas hectáreas de cultivo cuestan alrededor de 10 mil pesos por un contrato de 10 años, lapso en el que pueden hacer uso de la tierra a su conveniencia, provocando afectaciones como “la descomposición del tejido social, la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra y las enfermedades gastrointestinales y cutáneas en la población”.

En este tenor, el antropólogo del Colegio de Michoacán, Federico Zúñiga Bravo, resaltó lo problemático que resulta que las autoridades hagan hincapié en los beneficios económicos de los cultivos, si perjudica tanto a la población como a los ecosistemas. “De nada sirve que en términos económicos se hable siempre de que el estado de Michoacán es el principal productor de aguacate a nivel nacional o mundial, si esto va en detrimento precisamente de las comunidades”, sostuvo durante la charla.

Además de las afectaciones por la agroindustria, las actividades turísticas de la zona son otro de los factores que pone en riesgo al lago, ya que los establecimientos de la ribera como restaurantes y alojamientos son grandes consumidores de agua. Un ejemplo de ello, según mencionaron los habitantes del área, son los metales pesados que provienen de los procesos de fabricación de las artesanías de Santa Clara del Cobre.

En este sentido, los ejidatarios han propuesto que desde los distintos niveles de gobiernos no se otorguen concesiones a empresarios para la perforación de pozos hasta que se revise la cantidad de agua que extraerán y las afectaciones que tendrá para los pueblos.

Así mismo, sugirieron que se implementen programas como apoyos económicos para que “incentiven a aquellos posesionarios, comuneros o ejidatarios para que conviertan su parcela de cultivo en bosque” y, de esta manera, contribuyan a la reforestación de la zona y no a la sequía de los cuerpos de agua.