Más que un recetario culinario, es un recetario de vidas, una antología de historias
Guadalupe Calles escribe desde niña. Cuando trabajaba en Telmex, ya en edad adulta, escribía en papelitos y los compartía con sus compañeras, a quienes les decía que al jubilarse iba a escribir un libro. Hoy ya está jubilada y no sólo ha escrito un libro sino varios, y, más aún, ha hecho posible otros más de otras autoras y autores: 25 libros entre antologías y libros personales.
Guadalupe es coeditora de Punto G Ediciones, que fue fundada —con su tocaya la escritora Guadalupe Ayala— en diciembre de 2018 en Iguala, Guerrero, ante la “necesidad” de imprimir libros personales”, según nos cuenta. El primer libro editado y publicado por Punto G fue La carta que nunca envié, una antología en la que participaron escritoras y escritores, principalmente de Guerrero. Después, residiendo momentáneamente en Morelia, participó en el Encuentro de Escritoras Michoacanas en el que conoció a Rocío Martínez, quien creó la Red de Escritoras en Michoacán, junto a Nayelli Ocampo, escritora y promotora cultural; fue así que en 2022 se convocó a la publicación del libro Mujeres con mala reputación a través de la Red, lo que dio el trabajo conjunto entre escritoras de Michoacán, Guerrero, CDMX y Querétaro.
A la fecha, Punto G Ediciones ha publicado varias antologías como La carta que nunca envié 1 y 2, La sazón de mi abuela 1 y 2, Relatos fúnebres 1, 2 y 3, Las manos de mi padre, ¡En la madre!, Que trabajen los burros y Amores que arañan, además de libros infantiles.
El libro Mujeres con mala reputación ha sido presentado cerca de cincuenta veces en diversas ciudades de México y en Chicago (EE.UU.), así como en el Senado de la República, el Congreso de Michoacán, la FIL de la CDMX y, pronto, en Los Pinos. Recientemente, Punto G Ediciones presentó el número dos de la antología Con la sazón de mi abuela II en el espacio La Ruta Natural de la tenencia de Santa María de Guido, donde se dio esta entrevista.
Dice Guadalupe Calles que empezaron su labor editorial sin mayores recursos que una máquina. “No nos daban trabajo. Vino la pandemia y menos, y hasta amigos se iban a publicar con otros editores hombres. Nosotras entendíamos que era por ser mujeres y, sin embargo, ahora ya nos piden bastantes trabajos allá en Guerrero. Nada más empezamos a trabajar y entonces hubo quienes después supieron que hacíamos libros y querían publicar con nosotros.
El debate y la reflexión
La línea editorial de Punto G se compone de temas de mujeres, explica Guadalupe. “Temas que causen debate, que provoquen una reflexión, no sólo una presentación, sino que haya una lluvia de ideas”. Con la sazón de mi abuela II se pensó, por ejemplo, sobre la idea de que las abuelas son muy importantes en nuestra cultura, añade. “Tenemos mucha cercanía con ellas. Por ejemplo, yo crie a mi nieta (fallecida en 2006), pero a mis hijos me ayudaron a criarlos mi madre y mi suegra, entonces hay una conexión de madre-abuela, por lo que quisimos rescatar la forma de vida de ellas. Yo les pedí que pusieran la canción que más les gustaba, como vestían, cuál era el remedio que utilizaban, cómo se llevaban, incluso, con las nueras, para ver la ideología y la forma de vida de esa generación”.
—¿Qué encontramos en este libro?
—Es la historia y la forma de vida de las abuelas, según cada quien; como la vida en el campo con la abuela que, dicen, hace un horno de leña y rescata esa parte de historia, pero a la vez es como un pie de casa para cada autora o autor, porque tienen la historia de su abuela, luego tienen la historia de su padre, luego la de su madre, con lo que pueden hacer un libro personal; fue ir armando un libro de su familia, que es muy interesante. A mí me gusta mucho, más si es con fotos, que afortunadamente a mi mamá le encantaban las fotos y fue mi herencia.
Más que un recetario culinario, Con la sazón de mi abuela es un recetario de vidas. “Si aparte está la receta del platillo que recuerdan de su abuela en el número uno, entonces es una antología de historias”, señala la escritora y editora.
La historia de las abuelas
Evelin Yasmin Bastida Mora, de Uruapan, escritora, abogada e integrante de la Red de Escritoras en Michoacán, es coautora de Con la sazón de mi abuela II y de otros libros de Punto G Ediciones. Para ella el libro condensa una serie de historias en las que cabe su historia personal. “No me concibo sin la imagen de mi abuela, porque ella me forjó durante mi infancia y las abuelas para mí son sinónimo de amor”.
Por tanto, los sabores y olores de su historia son los de su vida. Ahí está el recuerdo de su abuela en la cocina con todos sus aromas. “Todo eso nos provoca una remembranza de todo lo que hemos vivido”, señala Evelin. Aun cuando la convocatoria se hizo para todo público, recalca, no fue exclusiva para mujeres. “No sé por qué principalmente somos mujeres, quizá porque los hombres todavía tienen una concepción de no hablar tanto de lo privado, quizá para ellos no está tan permitido hablar de sus emociones. Yo creo que es porque hay un poco de masculinidad deprimida respecto a las emociones”.
Su texto se llama “Varita de nardo” y habla de la típica abuela amorosa que viene de provincia a descubrir un nuevo mundo en la ciudad y se hace responsable de sus hermanos después de la muerte de su madre; esa abuela que le ha transmitido de generación en generación las costumbres —su abuela era oriunda de Tingambato—, “y ahora me he dado a la labor de ir a Tingambato a conocer todas las cosas que mi abuela me contaba en sus historias, con las tradiciones de los barrios que de alguna manera las vamos rescatando nosotros en el presente. Todo ello nos construye”, señala Evelyn.
Y reafirma: “Las abuelas son nuestra historia y también es importante que nos la cuenten, porque algunas también se guardan esos momentos trágicos que vivieron, como que no lo quieren compartir”.
También presente en la presentación del libro en La Ruta Natural, Fermina Arellano Montero, activista feminista y quien recibió en 2023 por la 75 Legislatura de Michoacán la condecoración “La Mujer Michoacana”, cuestionada sobre la mirada femenina del libro a partir de la reivindicación actual de los derechos de las mujeres, percibe que en este libro sobre las abuelas una puede penetrarse en la capacidad del manejo de los ingredientes y los sabores para conquistar una sociedad y para palear la “mala vida” de muchas mujeres.
Abunda: “Si bien es cierto que hemos vivido un contexto de mucha violencia en contra de las mujeres —las estadísticas señalan que siete de cada diez han sufrido violencia psicológica—, en la cocina la violencia psicológica y física también se da; si no tienes la comida tiempo, si hoy amanecí de malas y no me gusta lo que me preparaste, si hoy no tengo trabajo y me desquito contigo porque llego con hambre y como tú no estás aquí sin hacer nada, pues yo tengo necesidad de alimentar. Pero también hay otra frase que nos dice mucho sobre este papel de la cocina en relación de hombres y mujeres, que es el de que a los hombres se les conquista por la comida o por la panza. Se juegan dos papeles: por un lado, el centro de la cocina que es muy importante para las relaciones e incluso para la crianza y para los remedios y la curación, pero por otro lado también es el espacio donde las mujeres se refugian de la violencia, porque si los hombres la están acosando a donde se van es al rincón de la cocina a protegerse. Esta combinación que hacen las autoras respecto a las vivencias me parece muy interesante porque la mayoría habla de la sazón y de cómo degustas alimentos ricos y dejan a un lado las violencias, no las hablan y, al contrario, vemos al hombre que desde un punto de vista erótico señala el tema de la cocina, o sea, él cuando va a la cocina se alimenta, pero también alimenta otras cosas”.
Evelyn Bastida señala al respecto: “Soy promotora cultural desde hace quince años y a lo largo de esta trayectoria me doy cuenta de cómo podemos hacer que las mujeres se liberen a sí mismas por medio de la escritura. Me atrevo a decir que es sanadora. Muchas mujeres no se animaban a hablar de las represiones, de tabúes, de discriminación y de estigma de violencia y ahora lo hacen por medio de los escritos y, me parece, que es una forma de liberarse. Por ello estamos tratando de que la literatura se expanda a todos los círculos sociales, porque quizás la gente piensa que la literatura es solo para eruditos o muy especializada en el tema, y eso es lo que se trata también: que este tipo de literatura llegue a todos los estratos porque son libros de un costo muy accesible y en los que pueden ver que hay diversidad de edades y mujeres de todas partes de la República que nos cuentan estas historias tan diversas con las que cualquiera se puede identificar, y asimismo ver que la literatura te puede cambiar tu entorno”.
Cierra la entrevista Guadalupe Calles con el sentido de provocación que ella promueve en la literatura de mujeres. “Yo soy una provocadora. Tengo un libro que se llama Cromosoma X, mi segundo libro, en el que nos dejaron hacer un autoentrevista y una de las preguntas era sobre con cuántos hombres me había costado. Yo puse que con 25… puede ser cierto o no, es literatura, puedes creerme o no. Yo quiero fantasear. Mi familia se paró de cabeza, pero lo que quiero es provocar, que la gente piense, se asuste o se ría”.
—¿Por qué la gente debe leer Con la sazón de mi abuela?
—Porque se va a entretener, porque está escrito en un lenguaje muy accesible, no va a tener que ir al diccionario cada rato; porque se van a identificar por la cultura, por los guisos —que se les van a antojar—, y porque es recomendable. Yo digo que más que nada es que está entretenido y se identificarán con muchas historias.