En esta celebración de este pueblo, municipio de Pátzcuaro, reciben a las ánimas de los niños y adultos que no se casaron
Angélica Ayala / Colaboradora La Voz de Michoacán
Pátzcuaro, Michoacán. La velación de los angelitos en la comunidad de Cuanajo se entremezcla con las tradiciones de la comunidad y el Halloween, ya que mientras esperan a las ánimas que murieron este año, menores de edad o adultos que no fueron casados, por las calles se ve correr a los niños y niñas disfrazados. Algunos con máscaras, otros más con calaveras de plástico, todos ellos con cajitas o bolsas van y piden los dulces.
Así mientras en el centro de la plaza principal colocaron el caballito de madera monumental que da la bienvenida a todas las ánimas, el sincretismo michoacano la agrega una capa de complejidad y apropiación cultural con la tradición del “dulce o truco”, características del Halloween.
Previo a la cita con las ánimas de los angelitos el repique de las campanas es continuo, sólo se interrumpen en breves momentos: “nos turnamos toda la noche, la campana debe estar sonando, es cansado, pero es una tradición, significa que estamos avisando que las ánimas van a llegar. Es hoy toda la noche para los angelitos y mañana para los difuntos adultos”, explicó Rafa, joven integrante de la comunidad.
Poco a poco los habitantes empiezan a salir de sus casas acompañando a los niños para pedir su Halloween; recorren las calles y los vecinos ya están preparados para ofrecerles un dulce. De repente llega un dinosaurio todos corren a su alrededor, las mujeres que van a su lado empiezan a sacar dulces de una canasta y a repartir entre los chiquillos que agradecen y se van.
Entre las calabazas, calaveras y fantasmas de corte americano, el olor a la flor de cempasúchil se percibe en las calles, la plaza y en la entrada al templo de la Virgen de la Natividad, donde colocaron arcos y el camino con los pétalos de esta flor de muerto; en las orillas colocaron los cirios que comienzan a prender para que ilumine el camino de las ánimas. De ofrenda colocan los chilacayotes, mazorcas, chayotes, así como pequeños caballos de madera y algunos trasteros de pequeño tamaño.
Los abajeños y pirekuas entran en acción, dando un ambiente un poco más tradicional. Algunas de las mujeres portan las vestimentas regionales, sus rebozos azul marino con rayas azules más claras cubren sus cabezas y sus brazos; el aire frío, se conjuga con el color que da la flor de cempasúchil y el ir y venir de las personas.
Como parte de la tradición se espera a los angelitos. Al llegar a una casa el camino de flores lleva hasta el altar que colocaron al joven que murió a sus 32 años de edad; “lo estamos esperando a él, el de la foto que está hasta arriba, es un angelito porque no se casó”; la amabilidad de la familia se nota al momento de recibir a los extraños, pues permiten la entrada a su hogar para después ofrecerles un vaso con atole y los tamales.
En los portales de la plaza también se colocaron algunas ofrendas por parte de las instituciones educativas; a una de éstas le colocaron las fajas de tejido de cintura, así como los morrales también tejidos, junto con las blusas bordadas en punto de cruz.
Los tradicionales caballitos para los angelitos son elaborados por sus padrinos, en el caso de los mayores es por los ahijados, son quienes piden a la vez a sus familiares o amigos más cercanos que los acompañen. Las familias se organizan para llevar las ofrendas en canastas, cubetas o recipientes, además de lo que se coloca en el caballito, que debe tener un huacal como cuerpo, la cabeza asemeja al animal y es elaborada de madera, adornando todo con la flor de cempasúchil, explicó Pedro Custodio, jefe de Bienes Comunales.
A la entrada de la casa colocan un arco con las mismas flores, con la caña y la milpa, “para que la gente identifique de que en ese lugar van a esperar el ánima; los familiares se encargan de preparar los tamales atole y ponche con alcohol, algo que no puede faltar en esta tradición”. Al momento que se tienen cocidos los tamales, la familia anuncia que ya están listo al tronar uno o varios cohetes. Los angelitos ya están por llegar.