Un incendio en antiguas minas subterráneas que comenzó en la década de los 60 ha hecho inhabitable a esta ciudad, que ahora es un pueblo abandonado.
Redacción / La Voz de Michoacán
Centralia, un pequeño pueblo ubicado en el condado de Columbia, Pensilvania, es un inquietante recordatorio de las consecuencias del descuido ambiental y la historia industrial de Estados Unidos. Desde 1962, este lugar ha estado envuelto en llamas subterráneas, convirtiéndose en un pueblo fantasma que atrae tanto la curiosidad como la desolación.
Fundado en la década de 1850, Centralia floreció gracias a la minería del carbón, un recurso abundante en la región. En su apogeo, el pueblo contaba con más de 2,000 habitantes y una comunidad vibrante. Sin embargo, en 1962, todo cambió cuando un incendio comenzó en una de las minas de carbón abandonadas, provocando la combustión de las capas de carbón subterráneas. Este incendio, que se presume fue provocado por la quema de residuos en un vertedero cercano, se extendió rápidamente, alimentado por el oxígeno del aire y las estructuras de carbón presentes en el subsuelo.
A medida que el fuego avanzaba, los residentes comenzaron a experimentar fenómenos inquietantes: hundimientos en el suelo, gases tóxicos que emergían y temperaturas extremas. A pesar de los esfuerzos iniciales para extinguir el incendio, incluyendo la inyección de agua en las minas, el fuego se volvió incontrolable. En 1979, un incidente en el que un niño casi cae en un agujero que se había formado en el suelo llevó a las autoridades a tomar medidas drásticas.
Con el tiempo, el gobierno federal decidió evacuar a los residentes. En 1983, se aprobó el programa de reubicación que ofreció compensación a los habitantes de Centralia para que abandonaran el área. La mayoría de los residentes se marcharon, y para 1992, el censo registró solo cinco personas viviendo en el pueblo.
En la actualidad, Centralia es prácticamente un pueblo fantasma. Solo queda una pequeña población, y la mayoría de las estructuras han sido demolidas o se han deteriorado. El gobierno ha implementado medidas para aislar la zona, incluida la clausura de caminos y la señalización de áreas peligrosas debido a los gases tóxicos y al riesgo de hundimientos.
En 2002, el servicio postal de los Estados Unidos revocó el código postal de la ciudad, lo cual ocasionó grandes problemas para las personas que quedaban, pues debían tener buzones en otras ciudades e incluso muchos lucharon para que les llegaran alimentos a esa zona.
A pesar de su abandono, Centralia ha captado la atención de visitantes curiosos y cazadores de fantasmas. Las autoridades han intensificado los esfuerzos para mantener la seguridad en el área, con patrullas regulares para disuadir a los aventureros que intentan explorar el pueblo. La ruta 61, que solía ser una carretera principal, ha sido cerrada en tramos y desvió a los turistas hacia otros destinos.
El incendio subterráneo se estima que podría continuar ardiendo durante décadas, o incluso siglos. Expertos en geología y medio ambiente siguen estudiando el impacto a largo plazo del fuego y las lecciones que se pueden aprender de este trágico episodio.
Centralia es un triste testimonio de cómo las decisiones del pasado pueden tener consecuencias duraderas. Con un incendio que ha durado más de medio siglo, el pueblo se ha transformado en un símbolo de la lucha entre la industria y la sostenibilidad. Mientras la naturaleza toma su curso, Centralia sigue siendo un lugar donde la historia, la tragedia y la curiosidad se entrelazan, dejando una marca indeleble en la memoria colectiva de Estados Unidos.