Esta actividad busca hacer comunidad y democratizar la literatura al enunciar tus textos en voz alta
Yunuén Parra colaboradora de La Voz de Michoacán
Hay veces que el mundo se reúne en un mismo tiempo, aunque sus geografías se desconozcan. Ese acuerdo tácito entre mentes y corazones que jamás han coincidido en un espacio. En agosto del 2024 sucedieron, por un lado, los Juegos Olímpicos en París y, por el otro, el 6° Slam Nacional MX en el estado de Michoacán. A primera vista, ambos encuentros no guardan otra relación mas que la temporal. Sin embargo, implican la convergencia de diversas identidades unidas por un fin común, ya sea este el deporte o la poesía.
El slam es un juego poético que busca hacer comunidad y democratizar la literatura. Consiste en enunciar tus textos en voz alta y competir con otrxs slammers. Así como las disciplinas deportivas, cuenta con una serie de reglas: 1) los poemas deben ser de autoría propia, 2) los textos no deben de durar más de 3 minutos y 3) solo puedes usar tu voz y tu cuerpo. Por supuesto, hay un jurado que, en el caso del slam, es el mismo público y no una autoridad que se considera más experta que lxs demás. Asimismo, si bien compites con otras personas, el principal rival eres tú mismx. Aunque en la poesía no se busca romper un récord o ganar una medalla, lxs slammers nos proponemos superar los nervios, mejorar nuestras habilidades escénicas, enriquecer nuestros textos y, sobre todo, ser más auténticxs.
En esta sexta edición del Slam, el comité olímpico del Circuito Nacional Poetry Slam México escogió a Slam de poesía para morras como las anfitrionas de este año. A modo de inauguración, la poeta Rubí Tsanda Huerta nos dio un recorrido por la maternidad y las formas de escritura que esta genera en su taller de poesía. Posteriormente, entregó la estafeta a las anfitrionas para dar inicio a la primera contienda (llave A). Para llegar a la sede, se organizó un desfile con todxs lxs participantes del slam. Solo que, en vez de hondear sus banderas a lo largo del río Sena, bailaban al ritmo de la banda por la avenida principal de la ciudad, detrás del Torito de petate.
La música y el zapateo inundó las calles y la llama olímpica se prendió en nuestros corazones. Empezado el partido, lxs atletas del verso lo dieron todo en la cancha: Jimena Mejia, Ana Guerrero, Abril Abril, Daniel Ro, Maestra Furia, Auita y Juan Daniel. De ellxs, avanzaron lxs últimxs 5 a la Gran Final. Para concluir la apertura de estos juegos poéticos, se realizó un brindis a la luz de la luna con la catedral de Morelia como espectadora.
Al segundo día, Catrina Negra puso a calentar las plumas de lxs asistentes con su taller de rap. Nos enseñó desde los tipos de rimas, hasta la forma de surfear un beat. Como demostración, tiró un par de barras al hígado y prometió dar la pelea completa en la segunda ronda de la competencia (llave B). Lxs pugilistas de esa tarde se pulieron las amalgamas con sus letras contundentes: Sandri Bambú, Asiel Cain, Brannan, Carlos Schülz, Dharménides, Ricardo Ventura y Jeriel Vargas. No obstante, solo lxs últimos cuatro lograron clasificar a la final. Para cerrar la ronda, Catrina Negra cumplió su deuda y levantó al público de sus asientos con su flow imparable.
El último día del encuentro, ediciones Come Fuego y su servidora, Yunuen Parra, presentamos una serie de plaquettes que contienen en sus páginas el testimonio de la palabra viva. Ya caída la tarde, lxs atletas se preparaban para la Gran Final. Entre truenos y lluvia, la gente aplaudía cada que unx participante les deslumbraba con su voz. La contienda fue reñida, cardiaca y apasionante, pero solo 3 subieron al podio: Daniel Ro, con el bronce; Auita, con la plata y Dharménides, con el oro. Para cerrar de la mejor manera, se anunció la próxima sede del Slam Nacional: Tabasco. A plena calle, los Skautomatiks nos pusieron a bailar como en el final de una buena película. La fiesta duró toda la noche. A la mañana siguiente, contemplé con un vacío en el pecho el cierre de los Juegos Olímpicos en la televisión, sabiendo que el 6° Slam Nacional MX también había terminado.